Centenares de personas pasan a su lado todos los días y es más que probable que no haya ni una sola que sepa que se trata de un elemento único de la memoria de las infraestructuras de esta ciudad. Está ubicada en el Camino de Villargámar, cerca de Parralillos y la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Burgos, se llama cambija, está datada en el siglo XVIII por el estudioso del patrimonio y la naturaleza Elías Rubio, su función era la de acumular agua para abastecer a las zonas más alejadas del centro y su estado es lamentable. La nula intervención en ella desde tiempos inmemoriales ha hecho que ya no tenga tejadillo, que haya perdido algunos de sus sillares y que sea fácil blanco de los ataques artísticos de grafiteros que se han ensañado con ella tras adornar sin dejar un solo espacio libre las verjas y muros adyacentes.
«Se trata de un resto arqueológico fantástico de una infraestructura copiada de cómo distribuían los romanos el agua. En el siglo XVIII a los barrios más alejados del centro bajaba con muy poca presión y la solución era almacenarla en torres elevadas como esta para que siguiese su curso con la presión deseada», explica el también experto Eloy López, que lamenta el estado en el que se encuentra la cambija, de lo que se hizo eco hace unos días en la red social X, antes Twitter.
López, que afirma que le «duele Burgos» por el descuido que, dice, se aplica a su patrimonio, añade que en toda la ciudad hubo varias en distintas zonas como en el entorno de la calle Santa Clara o junto al Arco de Santa María para abastecer a la fuente del mismo nombre y llevar el agua hasta el barrio de Vega a través de canalizaciones. Se sabe, además, que estuvieron funcionando hasta bien entrado el siglo XIX y que en la provincia hubo varias, la de Sasamón, recuperada, y la de Castrojeriz de la que queda la toponimia -Fuente de la Cambija-. En el museo etnográfico de la localidad se pueden contemplar las tuberías que se utilizaban para la distribución del agua
Porque esa era la forma en la que trasladaba desde estas singulares torres de almacenamiento o cambijas: a través de tuberías de cerámica o de plomo: «Es impresionante cómo lo hacían, parece que acabaran de salir de una fábrica del siglo XXI, se ve perfectamente cómo encajan unas con otras, es asombroso. De esta manera se distribuiría el agua por el barrio de Huelgas y puede que llegase incluso a Villargámar».
Considera Eloy López que su puesta a punto -completar los sillares que faltan, limpiarla e incorporar un tejadillo que era el que protegía la limpieza del agua- no sería demasiado onerosa.