La inspección del túnel de Somosierra, donde permanece atascada una máquina bateadora desde marzo de 2011, ha arrojado multitud de patologías. Sobre todo roturas del revestimiento, grietas, fuerte erosión en numerosos puntos, caídas de bloques de hormigón a la plataforma y una gran cantidad de humedades. Así se desprende del estudio relativo a la línea Madrid-Aranda-Burgos que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) encargó en 2022 a la firma de ingeniería Icyfsa por cerca de 89.000 euros, pero que no había trascendido.

Pues bien, en ese informe, al que ha tenido acceso Diario de Burgos, se asegura que el túnel de Somosierra presenta «un riesgo grave», según los parámetros que se emplean para calcular el índice de deficiencia en túneles. Entre los valores más preocupantes se hallan, precisamente, las deformaciones con grietas.

Tras la visita a esta galería, realizada por los técnicos en septiembre de 2022 y en la que se llevó a cabo un escaneo dinámico y otro estático del túnel, se ha detectado que la principal patología consiste en el desprendimiento del revestimiento existente a unos 2.634 metros de la boca de entrada, «el cual produjo una colada de material de macizo dejando atrapada una máquina de mantenimiento ferroviario».

Además, se han contabilizado 15 zonas con roturas longitudinales. En unos puntos se observan caídas de bloques del revestimiento a lo largo de varios metros y en otros tantos, grietas y desplazamiento del hormigón, así como desconchones.

Otra de las patologías «muy presentes», tal como se recoge en el estudio, es la fuerte erosión que sufre el hormigón del revestimiento. A ello se suman multitud de humedades y filtraciones de agua en la práctica totalidad del túnel. Y es que de los 3.920 metros de longitud que tiene, en 2.684 se han localizado problemas. 

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