La pandemia marcó un antes y un después en el comercio. Dejó un reguero de locales vacíos en el centro de la ciudad, al tiempo que propició un boom de traslados de tiendas a lonjas de mayores dimensiones o mejor ubicación al ajustarse los precios de los alquileres. Hace un año todavía se seguía dando esta situación, con un otoño plagado de aperturas o mudanzas, si bien no tardó en estabilizarse y ya la pasada primavera se frenó ese movimiento, que ahora parece recuperarse tímidamente a pese a la presencia de persianas bajadas en la mayoría de las calles y que se acercan al medio centenar (45).

Hasta siete aperturas se contabilizan en los últimos cuatro meses, siendo la calle La Moneda objeto de atención con tres nuevos negocios, uno de ellos fruto de un traslado desde La Puebla. Se trata de la tienda de ropa de ceremonia Bambalina, cuya propietaria, Marta Olivares, ha optado por reinventar su negocio al considerar que las tendencias del consumidor han cambiado, además de valorar que su marca necesitaba de una mayor visibilidad y una localización con mayor tránsito. Ocupará el número 10 con un proyecto de ropa para niños que pondrá en marcha en octubre, al que prevé sumar a finales de diciembre un segundo de textil de mujer en el 4 de la misma vía. «Siempre he considerado que es importante la cercanía de comercios grandes», manifiesta.

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