Días antes de encontrar la caseta en la que vivía completamente calcinada, Arlindo Santos recibió la visita de tres individuos que le reclamaban dinero para poder seguir en ese terreno próximo al cauce molinar de La Ventilla. Le amenazaron, pero se enfrentó a ellos. Ni por un segundo pudo pensar que la persona que estaba detrás de aquellas advertencias pudiera ser capaz de prender fuego a aquella chabola de madera con sus dos perros dentro. «Lo hizo a mala fe», repetía una y otra vez, desconsolado, a los transeúntes y comerciantes del arco de San Juan, donde desde hace años se sienta a pedir limosna. Solo pedía justicia, que quien estuviera detrás de aquel «asesinato» lo pagara caro. La Policía Nacional arrestó hace unos días al presunto responsable, J.B.G.O., un hombre de 59 años al que había pagado algo de dinero cuando se instaló en octubre y quien envió a sus compinches para exigirle más.
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