El Burgos trata de reconducir su rumbo, aunque ya acumula siete jornadas sin ganar en las que solo ha sumado dos puntos. Es una de las peores rachas de la historia reciente de la entidad blanquinegra y hay que remontarse a las temporadas más oscuras en Segunda B para encontrar un bache de similares dimensiones, aunque lo que llama la atención es el cambio drástico que ha dado el equipo. Realizó un inicio de campaña ilusionante en el que estuvo en los puestos cabeceros de la tabla con buenos números en todos los registros, pero de golpe y porrazo el equipo se ha ido metiendo en un pozo del que no logra salir y que ya le costó la cabeza a Jon Pérez Bolo. En las seis primeras jornadas, el Burgos era uno de los mejores equipos de la categoría, estaba a solo un punto del liderato y había acumulado 13 de los 18 puntos posibles. Su puntuación era de ascenso directo.
Sin embargo, si tomamos como referencia las últimas siete jornadas, el conjunto burgalesista es el peor de la categoría y ocuparía la última posición de la tabla clasificatoria por debajo de equipos como el Cartagena o el Cádiz. Sus números han pasado de ser de play off a convertirse en estadísticas de descenso. El contraste es notable y el objetivo es que el equipo empiece a parecerse un poco más al que comenzó la temporada.
Las dinámicas son aspectos muy a tener en cuenta en el mundo del fútbol, ya que influyen en el estado anímico de los vestuarios. Las rachas positivas aumentan la confianza, las negativas tienen el efecto contrario. Las dudas se han instalado en torno al Burgos CF y la meta es ganar lo antes posible para quitarse peso de la mochila. El calendario que viene no es el más propicio para lograrlo, aunque una victoria puede suponer un punto de inflexión que sirva para poner fin a la trayectoria.
Debilidad. Uno de los problemas que tiene el Burgos en estos momentos son los goles en contra. En las seis primeras jornadas solo encajó cinco dianas y fue capaz de dejar su portería a cero en la mitad de los partidos, mientras que en estas siete últimas siempre le han marcado y ya ha recibido 12 goles, lo que supone más de 1,7 por partido.
Los blanquinegros están pagando caros los errores y despistes que están teniendo en labores de contención. No se ven avasallados o dominados por sus oponentes, pero en momentos puntuales, en una falta de atención, encajan tantos que condicionan el partido o que directamente les conducen hacia la derrota.
Sin pegada. Si los goles han aumentado en portería propia, han disminuido de forma importante en la contraria. El Burgos hizo nueve dianas en los seis primeros encuentros, mientras que en los siete últimos ha logrado cuatro, una cifra insuficiente para conseguir resultados positivos.
La racha, además de un componente futbolístico, puede tener otro mental, que se va haciendo cada vez más grande conforme pasan las jornadas y no llegan los resultados. Ramis apela al trabajo y asegura que tiene materia prima suficiente en el vestuario para remontar el vuelo y reverdecer viejos laureles. La primera oportunidad será ante el Sporting de Gijón este domingo a las 16,15 horas en El Plantío. Un triunfo será un soplo de aire fresco para los blanquinegros.