Como si Dios fuera ciencia

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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La Facultad de Teología alberga este curso a 817 alumnos en todas sus sedes y en su oferta formativa presencial y en línea. Curas o aspirantes a serlo y laicos con interés por la materia son sus estudiantes

De izda. a dcha., Álvaro Manzano, Álvaro Pinto, Borja López y Nicolás Dobricán en una de sus aulas. - Foto: Valdivielso

Roberto Calvo, decano de la Facultad de Teología del Norte de España, ubicada en la milla vaticana, es decir la calle Martínez del Campo donde están también la sede del Arzobispado, la Casa de la Iglesia, el Archivo Diocesano o la delegación de Misiones, parece que tira de una cierta ironía cuando habla de los estudios que allí se imparten y que, en sus distintas modalidades, agrupan a 817 alumnos, pero habla muy en serio: «Es una carrera que no tiene salidas, por lo que el hecho de que haya este número de estudiantes es muy interesante y hay, además, un nivel que no se valora y que no se puede medir, que es el servicio que desde aquí se presta a la sociedad burgalesa en el sentido de incrementar la oferta cultural de la ciudad con conferencias, con nuestra biblioteca... No es un objetivo que se busca pero, de paso, hacemos cosas interesantes como unas jornadas sobre el documento que el papa Francisco publicó sobre ecología».

Entre las paredes del imponente edificio que hace esquina con Asunción de Nuestra Señora y está  prácticamente a los pies de la Catedral se tiene noticia de que este curso hay hasta 817 alumnos en los distintos estudios y diferentes modalidades y sedes que tiene esta singular facultad. Así, en el bachiller en Teología hay 27 alumnos, 31 en licenciatura (que vendría a ser el equivalente a un máster de la universidad civil), 24 de doctorado y 254 en Ciencias Religiosas, de los que 18  lo cursan de forma presencial, 142, en línea, y 94 que estudian para obtener  la Declaración Eclesiástica de Capacitación Académica (DECA), que es la titulación necesaria para ser docente de religión en los niveles de Educación Infantil y Primaria. En sus centros afiliados de Las Palmas, Tenerife, Valladolid y Monterrey (México) hay otros 359 estudiantes. Además de esta gran suma, hay 132 más que participan en alguna de sus cátedras y 315 que participan en la Universidad de la Experiencia de la Pontificia de Salamanca, cuyos cursos se celebran en Burgos y que aunque rozan solo tangencialmente los contenidos teológicos tienen mucho éxito:  «No se apunta más gente porque no hay más plazas».

¿Podría decirse que está disfrutando de una buena época esta institución académica? «Hay interés afirma el decano- pero con matices. Si miras los números, no son tantos pero ha habido años peores y  y ahora parece que está remontando gracias a factores externos como la llegada de Verbum Spei (la fraternidad de religiosos que ocupa desde hace unos meses el convento de las Calatravas), que han incorporado siete alumnos más, o  que las Bernardas han mandado a estudiar aquí, de forma presencial, a dos de sus novicias». Por otro lado, los laicos que se interesan por la Teología son, en su gran mayoría, personas vinculadas a la Iglesia Católica, como «animadores de Pastoral o que trabajan en otros sectores de la vida diocesana y quieren profundizar en algunos aspectos» y que se ponen a ello cuando se han liberado de sus responsabilidades profesionales a través de la jubilación.

El claustro está compuesto por 32 profesores, 28 hombres y cuatro mujeres, a los que se suman colaboradores de otros ámbitos para, según el decano, «no convertirse en un gueto», por lo que es frecuente que haya clases que son impartidas por frailes dominicos o por docentes afincados en Roma. Con respecto a la evidente desigualdad entre sexos dentro del profesorado, Roberto Calvo dice lamentarlo: «A nosotros nos gustaría que hubiera más mujeres y cuando lo digo creo que recojo el sentir de todos los compañeros pero hay pocas mujeres que han estudiado Teología y las pocas que hay están muy ocupadas».

Con respecto a los jóvenes curas y aspirantes a serlo que pueblan sus aulas afirma que, como su generación, son diferentes: «Se dejan llevar más por el sentimentalismo, el individualismo y menos por el compromiso social, una corriente general en la sociedad que personalmente yo no comparto. En cualquier caso, lo que hacemos aquí es aceptarles y comprenderles». 

«Conocer mejor lo que amamos». A media mañana en la Facultad no se oye una voz más alta que otra. El sol que entra por el claustro le da un aire más informal al interior del edificio, que es gris e impone un poco, donde varios curas jóvenes, algunos africanos, suben y bajan por las escaleras muy silentes, como sin querer molestar. Los  estudiantes negros proceden de las diócesis de Costa de Marfil, Burundi y Angola, que tienen un acuerdo con la de Burgos, que les ayuda económicamente con sus matrículas y su residencia. Les llaman los 'becados'. Y no es que la institución sea muy boyante, aclara el decano. Las nóminas del claustro están sostenidas por la orden a la que pertenece cada profesor o en su caso la diócesis, que les paga la seguridad social y un pequeño complemento. Con esto, otro pequeño achuchón de la Conferencia Episcopal y los ingresos que reciben por las matrículas van manteniéndose. 

En una esquina se prepara una mini tertulia en la que participan el ya sacerdote Álvaro Pinto, que está en el segundo año de licenciatura (máster) y Álvaro Manzano, Borja López y Nicolás Dobricán, que aún son seminaristas y están en el primer año. Borja, que es burgalés, explica de forma sencilla qué es la teología y la define como «el estudio ordenado de la religión católica». Pinto, palentino, asegura que la realización de estos estudios estructura la mente y ayuda «a conocer mejor lo que amamos, y nosotros amamos al Señor».

Cuando se les pregunta por cómo se puede estudiar algo que es, en sentido estricto, cuestión de fe, sigue Pinto, que es el mayor de todos, indicando que hay asignaturas como Sagrada Escritura, «que es algo que existe, que 'es', algo objetivo sobre lo que nos podemos formar»: «Tenemos una moral, el desarrollo ético de las verdades que nos han sido reveladas, y otros temas que tienen que ver con el diálogo de la filosofía y el pensamiento; la teología puede también ser explicada. Las verdades de fe que conocemos como dogmas, quizás menos, pero lo que el Señor dijo y la verdad encarnada en Cristo en su diálogo con los apóstoles lo podemos explicar», añade este cura, que ya trabaja en tesina: El misterio celebrado como vía pulcritudinis, o lo que es lo mismo, el acceso a Dios a través de la belleza.