El lobo fue grabado por las cámaras en abril de 2021 mientras campaba a sus anchas por el casco urbano de Espinosa de los Monteros. Días antes, aquella primavera había matado 3 ovejas en Casa Vallejo y otras dos más en una parcela cercana a la Castellana pertenecientes a Iván Pereda. Ambos terrenos estaban vallados por muros de piedra de más de 1,5 metros. En la madrugada del jueves al viernes volvió a entrar en el barrio Quintanilla para darse el festín con una oveja de un rebaño que pastaba en una finca cercada próxima a la vieja fábrica de anchoas y las viviendas adosadas del final del paseo de la Castellana, frente a la Torre de los Velasco. Hace algo más de una semana, en la misma explotación doméstica mató tres ovejas más.
El lobo se dio un festín de tal magnitud que fue dejando un rastro de pedazos de carne, posiblemente vomitados, a lo largo de más de tres metros del muro que cercaba al ganado para continuar su camino hacia el río Trueba y cruzarlo para regresar al monte. Es, al menos, la sexta vez que este animal salvaje protegido se adentra en Espinosa y causa bajas en el ganado local desde 2021.
Ante la repetición de estos hechos, el alcalde Paul Sánchez, teme lo peor y lamenta que «hasta que no se meta con una persona no se va a parar al lobo». «No sé si en la Junta están esperando a que pase», sentencia el regidor, quien afirma que ha hablado en numerosas ocasiones con los agentes medioambientales de la zona, quienes le manifiestan que «lo único que pueden hacer es notificarlo», como ya han hecho con los dos últimos ataques.
Las ovejas que quedan en la finca donde el lobo ha entrado dos veces en menos de dos semanas. - Foto: DBSánchez defiende que «desde que el lobo está protegido se está notando mucho el incremento de las muertes de ganado y no se hace nada por evitarlo». «Ya vale de palabras», critica el alcalde, quien avanza que tratará de mantener una reunión con responsables de Medio Ambiente para exponerles la situación que se repite casi cada año en Espinosa de los Monteros y pueblos cercanos. Al regidor también le preocupan los efectos que estos ataques continuos producen en las economías de los ganaderos, que soportan pérdidas de decenas de animales cada año en explotaciones en extensivo.
Estos profesionales ya no se atreven a echar ganado con crías en las zonas altas de los valles espinosiegos ahora que en verano el pasto es de calidad y el clima lo permite. Presuponen que el lobo merodea por las cumbres, pero lo que sorprende es que baje hasta el pueblo. Muy cerca de la finca donde el lobo ha estado esta semana reside Andoni de Linaza, muy crítico con la política de protección del cánido ante lo que está sucediendo y que también teme por algún vecino ante la osadía que demuestra el lobo. «Esta situación va a irse de las manos como continuemos así», afirma tras conocer lo sucedido.
Y es que el pasado año, tras verse al lobo cerca del cementerio a plena luz del día por la tarde, un ganadero perdió un carnero aquella noche. En junio del año pasado también se registraron pérdidas en el casco urbano y hace unos meses, en una finca de Fuentezancos, ya en la zona del río Trueba que está ubicada más cerca de la entrada a la localidad por la carretera de El Crucero.
Por siete. Los últimos datos que dio a conocer la Junta de Castilla y León cifraron en 5.566 las cabezas de ganado muertas en la región por los ataques de lobo certificados en 2023, lo que equivale a un 33% más desde que en 2021, año en el que el Ministerio para la Transición Ecológica incorporó el lobo al Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (Lespre)y se prohibió su caza en caso de ataques al ganado, como sucedía antes. En la provincia de Burgos se contabilizaron 697 bajas el pasado año, lo que multiplica por siete a las registradas hace tres años.