Algo más de diez años le ha costado a Valeria García Ortega llegar a una conclusión: «Esto va de que te quieras a ti mismo/misma o lo que seas... Que no te desprecies, vamos». Tanto sabe del desdén y del menosprecio ajeno esta burgalesa, que hace tres años optó por plantarse y hacer de la honestidad su estrategia de vida. «En la infancia lo tomas como un juego, pero de adolescente empiezas a entender y a hilar... Investigué y me vi muy reflejada en relatos de otras personas. Fue el momento de decir: 'Pues sí, soy más mujer que hombre'», dice. Entonces se despidió de Ángel para dar la bienvenida a Valeria.
La joven, que ahora tiene 17 años, tuvo pocos referentes a los que acudir. Su madre le habló de Bibiana Fernández y, en general, se documentó en internet. «Me sirvió encontrar a personas que contaban su experiencia, pero en Burgos se le da poca visibilidad», cuenta, para explicar por qué protagoniza este reportaje: «Me gustaría ayudar a gente en mi situación, porque el proceso es largo, duro, y a veces tienes dudas. Hay que tener paciencia, no pensar que va a ser algo inmediato, porque vas a pasar por muchas fases hasta llegar a tu cuerpo idóneo y a tu estabilidad emocional. Y creo que hay que buscar alguien en quien apoyarse emocionalmente. Y no rendirse nunca».
En su caso, el soporte lo da su familia. «A mis padres se lo conté con naturalidad: 'Me siento más mujer'. Me apoyaron en todo, que es algo fundamental porque hay quien no lo tiene. Pero yo nunca tuve que esconderme, ni con mis padres ni con mi familia en general. Y eso cambia las cosas». De hecho, los primeros recuerdos que tiene Valeria de su vida como mujer son con su abuela, con quien 'jugaba' a ponerse faldas, tacones... Ya de niña se daba cuenta de que no le gustaban los juguetes tradicionalmente asociados a los chicos ni su ropa. Tampoco se veía practicando los deportes habituales -«probé hasta kárate»- porque, en realidad, lo que le gustaba era el baile. «Hasta que mis padres me preguntaron si quería ir a una academia, me apuntaron con 8 o 9 años y, entonces, era el único chico», comenta, antes de matizar que «tengo unos recuerdos súper bonitos de esa época». También de la Escuela Profesional de Danza Ana Laguna, donde cursa cuarto del nivel profesional de Contemporánea y donde, destaca, siempre se ha sentido arropada por sus compañeras.
(El reportaje completo, en la edición impresa de este miércoles de Diario de Burgos o aquí)