Viena, una de las capitales europeas más elegante de Europa, derrocha romanticismo en cualquiera de sus pintorescos rincones. Pasear por sus calles invita a fantasear con algunas de las escenas más románticas protagonizadas por la actriz Romy Schneider en la década de los años cincuenta. El palacio Imperial de Hofburg, residencia de la mayor parte de la realeza austriaca, con su Museo de Sissi, es uno de los mayores atractivos de la ciudad y cada año recibe millones de visitas. Por su imponente belleza es uno de los lugares elegidos por las parejas para expresar su amor a los cuatro vientos. Sin embargo, ver a una pareja discutir mientras paseaba por los jardines incitó al escritor Agustín Molleda a aventurarse en su nueva novela.
La chica del palacio de Hofburg aborda la otra cara del amor, aquella de la que no se habla tanto pero que está ahí. La historia no narra la vida de emperatrices con vida idílicas, «¡ya le gustaría a la pobre protagonista!», comenta el autor sin poder evitar la risa. La relación entre los personajes se caracteriza por la «intensidad y los vaivenes, marcada por la brusquedad y los contrastes, con situaciones atípicas con las que más de un lector se sentirá identificado», declara.
Las páginas esconden otras protagonistas femeninas muy implicadas en el amor, e incluso aparece el embajador de España en Viena, que sufren tramas paralelas dignas de comentar en una tertulia de sobremesa de un domingo. Cotilleos y escenas tórridas ambientada en una capital llena de encanto, donde la pasión y la rebeldía se entremezclan con la realidad social de la época, prometen despertar esa chispa que uno busca cuando se adentra en una novela con naturaleza romántica.
La mayor parte de la obra -redactada en tiempo récord- floreció en la casa de Salas de Bureba, la segunda residencia, en la que las ideas fluyen a la velocidad de la luz. Desde la 'cueva' -así denomina a su vivienda- es más fácil trabajar. Tiene la gran fortuna, a diferencia de otros vecinos burebanos, de disponer las 24 horas del día de conexión a internet, un recurso importante al que cualquier 'plumilla' echa mano para documentarse pero al que no todos tienen acceso de continuo.
La edición con la que trabaja desde que se jubiló y descubrió que no se le daba «del todo mal» contar historias, El Forastero, le ofrece unas características en el diseño de sus obras que califica como «cómodo», por el tamaño de una letra, «grande y sin amontonarse» y muy «práctico para llevar el libro a cualquier parte», bromea. De inmediato quita «hierro al asunto» y reitera que publica sus trabajos por «mera afición a la literatura y por aportar parte de sus experiencias al mundo de las letras, no por ganar dinero», porque «todo el mundo sabe que hacerse rico escribiendo es un privilegio casi imposible del que solo unos pocos gozan». Si bien, la ilusión que le produce abrir el portátil el cuadernillo o tomar apuntes en cualquier objeto que cumpla función de papel le lleva a continuar.
Su recorrido editorial. El escritor autodidacta se inició en las letras poco después de jubilarse y desde entonces ha publicado más de una docena de títulos. Su andadura arrancó en 2015 con Anjara, y posteriormente lanzó E-83 San Cayetano, Extramuros San Cayetano, Ave María Purísima. Las chicas de San Cayetano y Hermanos de leche, la controvertida tetralogía que pone al descubierto los desmanes acometidos que la orden religiosa de los Terciaros Capuchinos acometió contra los niños huérfanos acogidos entre 1955 y 1965, incluido él, en la Ciudad Residencia Infantil San Cayetano de León.
Por ahora no deja de viajar, otra de sus pasiones, y mientras sus caminatas alrededor del mundo perduren, no dejará de fantasear con nuevas historias. La siguiente ya se encuentra en proceso de horneado.