Después de 20 años abandonado a su suerte y a la deriva en un laberinto judicial, el incendio registrado el pasado viernes en la tercera planta de la antigua residencia de estudiantes Peña Amaya aceleró el proceso iniciado por el Ayuntamiento para tapiar los accesos que los gamberros utilizan para entrar al edificio.
Los trabajos previstos en la mañana de hoy tienen como objetivo acabar con un asunto complejo y convertido en un problema de seguridad. El colegio mayor ha sufrido incontables actos vandálicos desde que cerrara sus puertas en el curso 2002-2003, pero la Policía Local detectó en el último año y medio un repunte de este tipo de actividades en el recinto y la concejalía de Seguridad Ciudadana ha decidido cortar por lo sano.
Solo desde mayo de 2022 el cuerpo municipal suma 12 intervenciones en el Peña Amaya por la presencia de menores. Aunque se levantaron tres actas de infracción por botellón, Policía Local advierte que la mayoría de los casos están relacionados con el absentismo escolar. Los menores se refugian en el complejo para evitar su identificación en la vía pública y son habituales las llamadas de los vecinos para advertir de su presencia.
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