Antes eran la España Vacía. Otros decían que Vaciada. Y los más suspicaces, la llamaban la España Vacilada. Ahora han añadido una nueva losa a la mochila de su escaso futuro: son la España Calcinada. Huele a chamusquina vital en las zonas rurales de Castilla y León. Y Zamora, epicentro de las llamas durante el último mes, lo refleja en cifras demoledoras que van más allá de las 55.000 hectáreas devoradas en solo dos incendios. No es casualidad que esta provincia sea la que más rápido se ha despoblado en España en lo que va de siglo. Pierde cada año el 1% de su población. En Losacio, 'zona cero' del gran incendio de esta semana, apenas quedan 90 de los 650 vecinos que tenía hace unas décadas.
Lo que abandona el ser humano, lo recupera la naturaleza, de la que solo tomamos prestadas tierras y asentamientos. Por eso, cuando los responsables de la lucha contra incendios, como el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, dicen que llega un momento en que la lucha contra el fuego es inútil, no le falta algo de razón. Ya no hacen falta ni pirómanos como los que asolaron Galicia hace años. Demasiada masa forestal abandonada, 'gasolina' verde que solo necesita el propio estado de combustión del clima y el cambio climático para prender a la mínima chispa.
Pero eso, no significa que no se pueda hacer más. Por las esquinas de los pueblos que se han salvado de las llamas de milagro se oyen los lamentos de sus vecinos. No hay ni uno sólo que no se queje de la descoordinación, el desbarajuste, la falta de medios y las condiciones de los equipos de extinción. Trabajadores que arrojan contra las llamas con un bocadillo de raquítica mortadela, una motobomba que no siempre funciona y un salario de 1.050 euros durante tres meses al año. Vecinos que no dudan en jugarse la vida contra el fuego porque lo que está en juego son su pasado, presente y un futuro. Desde la Junta de Castilla y León se prefiere 'socializar' con el resto de administraciones nacionales una responsabilidad que es propia desde hace casi 40 años (1984).
En contra de lo que muchos creen, las masas forestales no están en retroceso. Lo que no avanza es una visión de su importancia para mantener la vida rural y la salud del planeta. Y no hay cortafuegos contra tanta falta de conciencia.