El misterio de los 15 bidones de Garoña

A.C. / Valle de Tobalina
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Enresa descubrirá qué radiación esconden; están 'encofrados' desde los años 70. Ha licitado por 360.000 euros la toma de muestras de cada uno de ellos para conocer su grado de actividad radiactiva y decidir si se pueden almacenar en El Cabril

El bloque de hormigón de 4 metros de largo, 2,2 de ancho y 1,3, de alto guarda 15 bidones con material radiactivo. - Foto: García Rubio, Belén

La central nuclear de Santa María de Garoña entró en funcionamiento en 1971, cuando no existían ni la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A. (Enresa) ni el almacenamiento de El Cabril, en Córdoba. Sin embargo, enseguida comenzó a generar residuos radiactivos, los llamados históricos, y de los que Enresa carece de información suficiente para saber si cumplen con las características de almacenamiento en Córdoba. Para descubrir qué contaminación radiológica esconden los materiales que contienen 15 bidones fechados entre 1972 y 1981 y enterrados en un bloque de hormigón, la firma pública va a invertir 360.000 euros. Es el único de estas características que queda en la central.

Los bidones, que se procesaron con microcel, habitual en la época,  están llenos de lodos húmedos, concentrados de evaporador de drenajes, filtros de circuitos líquidos, sólidos metálicos y arena de corindón. Todos ellos están dentro de un gran bloque de hormigón de casi cuatro metros de largo; 2,2 de ancho; y 1,3 de alto. Saber qué grado de contaminación mantienen cinco décadas después va a suponer una delicada operación que se deberá de realizar en las condiciones adecuadas de seguridad, dentro de un espacio ventilado y donde todo esté previsto para evitar una posible «dispersión de contaminación» radiactiva.

El pliego de condiciones del contrato plantea la necesidad de realizar taladros en el bloque de hormigón hasta llegar a los bidones por diferentes zonas de cada uno de ellos y extraer así diferentes muestras de cada uno, incluso de agua, si se hubiese colado dentro. «En todo momento, se deberá monitorizar la tasa de dosis radiactiva» durante los trabajos. Una vez tomadas las muestras, los agujeros que dejen los taladros se volverán a rellenar con materiales aislantes. Esas muestras irán a parar a manos de Enresa que realizará una espectrometría gamma para determinar la actividad gamma o radiactiva en cada caso. La firma adjudicataria también habrá de realizar un informe sobre los trabajos y la caracterización de las muestras.

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