El 29 de enero del 2019 la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, se desplazó hasta Revilla del Campo para inaugurar un nuevo tramo de la Vía Verde Santander-Mediterráneo, en concreto algo menos de 40 kilómetros entre Cojóbar y Cascajares de la Sierra. Pocos días después, el alcalde de Torrelara, Rubén González, envió un escrito al Ministerio de Agricultura alertándole del mal acabado del firme. «La piedra que se ha echado es muy gorda, las bicis no pueden rodar bien y el tránsito para los viandantes es muy incómodo», recogía el comunicado.
La queja se quedó en papel mojado y la obra inaugurada sigue pareciendo inacabada. Cinco años después, el estado que muestra este camino natural es impracticable en parte del trazado. Así lo admiten la mayoría de los alcaldes de los municipios por los que transita y sobre cuyos Ayuntamientos recae la responsabilidad de su mantenimiento, «la letra pequeña» de los contratos que firmaron en su día con ADIF y una labor a la que aseguran no poder hacer frente dados los pocos medios y recursos económicos de los que disponen.
«Reconozco que no está bien. Hay zarzas y los ciclistas dicen que se hacen heridas en las piernas y que las bicis se pinchan. Tienen derecho a cabrearse, pero los Ayuntamientos no tenemos la culpa, no nos llega para poder actuar en ella». Así de claro es Juan Carlos Gutiérrez, alcalde de Cascajares de la Sierra, que se pregunta: «¿De dónde saco el dinero? ¿Dejo al pueblo sin luz y lo destino a tener la Vía Verde en buen estado? Es que no tiene sentido», añade.
Víctor Angulo, alcalde de Los Ausines, Rubén González, de Torrelara, y Juan Carlos López y José Manuel Gil, concejal y alcalde de Revilla del Campo (de i. a d.), en un tramo impracticable en Campolara. - Foto: f2estudioLos Ayuntamientos suscribieron con ADIF, propietario de los terrenos, un acuerdo por un periodo de 20 años (hasta 2035) y según el cual deben de pagar, en concepto de alquiler, alrededor de 100 euros por kilómetro que haya dentro de su término, además de uno 1.000 euros por un seguro de responsabilidad civil. «Si alguien se cae dentro de tu territorio, es competencia tuya», comenta Gutiérrez, que añade: «El alquiler no me supone, el problema es el otro, el día a día, cuidar, segar y mantener bien el firme. No me puedo gastar lo que no tengo. Pasar la moto niveladora y el rodillo es un pastón».
Retirar esa vegetación es uno de los cometidos que deberían hacer los Consistorios, desde Cojóbar hasta Cascajares, pero no es lo que más les quita el sueño. El principal problema es la ejecución de toda la senda. «La hicieron mal desde el principio y ahora nos tenemos que encargar nosotros de tenerla en óptimas condiciones», afirma Rubén González, que ya alertó que desde su inauguración «no estaba útil ni transitable». Hasta tal punto que había que desinflar las ruedas de las bicis de los niños para que no botaran tanto y calzarse unas botas de montaña para poder caminar por ella sin hacerse daño. «La gente termina saliendo a ir en bici o a caminar por la carretera porque por la Vía Verde no se puede. Tenemos algo que no sirve para nada», dice decepcionado por el revulsivo que podría haber supuesto para el turismo en toda la comarca y que no ha sido.
González mantiene que el material que echaron no era el apropiado para este tipo de sendero. «Lo pusieron para justificar, pero se lo llevó el aire y quedó toda la piedra a la vista. Qué pena que tengamos esta vía y que no la podamos usar», lamenta el alcalde de Torrelara, que afirma que la solución es fácil, pero no barata. «Si se echa un firme en condiciones, se pisa y se riega, no hay ningún problema. Hemos pedido presupuesto de lo que podría suponer y es una millonada, inviable de asumir para nosotros», relata el hombre, que asegura que si el firme estuviera en buen estado sería una senda mucho más transitada y, por lo tanto, menos afectada por la vegetación. «Retirar la que saldría sería algo más puntual y fácil de aceptar».
Consorcio y revertir. Una propuesta para hacer frente a los gastos de conservación de este tramo de Vía Verde Santander-Mediterráneo sería la creación de un consorcio, «formado por los Ayuntamientos y la Diputación y optar así a subvenciones que nos permitan actuar en ella», propone Juan Carlos Gutiérrez respecto a esta fórmula «ya usada en este tipo de caminos naturales y que funciona».
En busca de una solución, y por intentarlo que no quede, desde el Ayuntamiento de Revilla del Campo han puesto sobre la mesa otra cuestión, solicitar a ADIF que la cantidad que recibe en concepto de alquiler por este tramo la revierta en su mantenimiento. «Hemos enviado una carta a cada Ayuntamiento con esta idea. Si todos estamos de acuerdo, pediremos una reunión con ADIF para hacérsela llegar formalmente», dice el alcalde de Revilla, José Manuel Gil.
Serían unos 40.000 euros al año, «una cantidad con la que ya se puede hacer algo, porque el firme necesita de un repaso que se tiene y se debe hacer», añade Gil, que afirma que en su caso pasa la cuchilla cada año. «No trabajamos nada coordinados, cada Ayuntamiento hace lo que puede», confiesa el regidor de Revilla, que pide que se consolide antes una Vía Verde ya creada en vez de construir una nueva para ciclistas y peatones, en relación a la denominada La Herradura.
Víctor Angulo, alcalde de Los Ausines, ha recorrido con su bici la Vía Verde, «intransitable en varios puntos y con cardos de un metro de altura». Reconoce que su pueblo cuenta con medios para poder mantener lo que se hizo. «Dos veces al año pasamos la desbrozadora y la pala para allanar el camino, pero supone tiempo y dinero, porque cuando están los alguaciles allí, no están haciendo otras labores», explica Angulo, que entiende que hay pueblos que si quieren tenerlo bien se tienen que gastar un dinero del que disponen. «Es lógico que la Vía Verde no sea una prioridad en su caso y que destinen lo poco que tienen en otros servicios para sus vecinos».
Donde si han encontrado apoyo y ayuda ha sido en la Diputación de Burgos, donde han atendido sus peticiones y por segundo año han destinado una brigada a limpiar la maleza que crece a lo largo del trazado, especialmente densa este año debido a las lluvias. Llevan ya varios meses trabajando y aún les queda parte del trazado en el que actuar, como puede verse en las imágenes, donde la hierba impide circular. Burgos con Bici es uno de los colectivos que más ha reivindicado una actuación en este trazado, solicitando, entre otras cosas, su reacondicionamiento por ser demasiado irregular.