Aquel movimiento pictórico, del que se cumplen 150 años, fue revolucionario. Sus cabecillas, además, dieron el golpe en el mejor sitio posible, en aquella Ciudad de la Luz donde siempre fue todo posible. Sucedió en París, donde los Monet, Renoir, Degas, Pissarro, Cézanne y compañía dieron el campanazo desafiando los cánones establecidos y abriendo paso a cuanto vino después: la vanguardia. El 15 de abril de 1874 contraprogramaron al Salón Oficial de París inaugurando la que es considerada primera exposición impresionista de la historia. La fundación de un estilo que sería el germen de tantos otros y marcaría para siempre el devenir del arte pictórico. Lo hizo una treintena de artistas, algunos de ellos -como los antes citados- llamados a ocupar las alturas del Olimpo. Pronto aquella corriente se extendería, influyendo en pintores de toda Europa. También de España, donde el valenciano Joaquín Sorolla fue uno de sus principales exponentes, así como Carlos de Haes, Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Ignacio Zuloaga o Darío de Regoyos. Los pintores burgaleses no fueron ajenos a aquella corriente.
Marceliano Santa María es considerado el gran impresionista burgalés. Paisajista prodigioso, se puede considerar su máximo exponente en Burgos. Aunque de escuela academicista, este prolífico pintor evolucionó hacia el impresionismo, especialmente en sus cuadros de paisajes, que coparon buena parte de su producción. Pocos artistas han pintado tan bien y tan certeramente las tierras castellanas de su Burgos del alma. Hace unos años, el gran artista Pepe Carazo fue el encargado de montar una exposición en Cajacírculo que ponía de manifiesto la relevancia que esta corriente pictórica alcanzó enBurgos, exhibiendo obras de Santa María y de otros cuatro pintores más. Así, también se mostró la obra de Luis Gallardo, que destacó como paisajista de la provincia de Burgos, pero no con la visión arquetípica, sino más intimista y especialmente clara y luminosa.
Otro gran impresionista fue Luis Manero de Miguel. Fue un formidable paisajista, que se recreaba en los detalles de la flora -árboles, arbustos, con pincelada gruesa y paleta corta. Tenía un gran dominio del color, del dibujo y de la luz, como acredita la obra El molino que ilustra esta página. Julio del Val Colomé, natural de Villaverde de Peñahorada, estuvo becado en París, donde se empapó de aquella corriente. Su producción, de marcado corte regionalista, abordó distintas temáticas, incluyendo paisajes, aunque sus cuadros más potentes son los costumbristas.
El quinto impresionista burgalés, quizás más conocido por su faceta fotográfica, fue Juan Antonio Cortés. Su Vista del Carmen de Burgos es un claro ejemplo de impresionismo, así como Paisaje de Ciboure. Ambas obras pueden contemplarse en el Museo Provincial de Burgos.