La obra de reparación y consolidación del desprendimiento que desde 2020 mantiene en «peligro» la estabilidad el mirador a la cascada del Peñón en Pedrosa de Tobalina es «laboriosa», como admiten los responsables de Excavaciones Mikel, la única empresa que optó a ejecutarla. Pero además acaba de comenzar con un nivel del río Jerea bastante elevado tras un septiembre excepcionalmente lluvioso y habrá de ejecutarse en tiempo récord, porque el Ayuntamiento del Valle de Tobalina tiene de plazo solo hasta diciembre para justificar la ayuda de 289.200 euros que le concedió el Ministerio de Política Territorial para paliar los daños de las inundaciones de 2021.
En agosto de 2020, un potente desprendimiento obligó a la Guardia Civil a evacuar la concurrida zona de baños del Jerea para sorpresa de las decenas de personas que aquel sábado disfrutaban de una zona de baño cada vez más turística. La crecida del río en 2021 agravó aún más la erosión de la cayuela -caliza pobre que se degrada con facilidad- sobre la que se asienta el mirador. Una vez obtenida la ayuda del gobierno, el Ayuntamiento adjudicó las obras en enero de 2023 tras un primer concurso que quedó desierto y un segundo procedimiento por invitación, al que solo presentó una oferta, la de Excavaciones Mikel, por 322.880 euros. En marzo de ese año se solicitó la necesaria autorización de la Confederación Hidrográfica del Ebro, pero ha llegado un año y medio después, el pasado agosto, lo que ha motivado el retraso de las obras.
Además, el alcalde tobalinés, Jesús Ángel López de Mendoza, insiste en que «las obras era imposible ejecutarlas durante el verano, porque hubiera sido obligatorio prohibir el paso a los bañistas». Pese a la rapidez con la que habrá de actuarse, el regidor, que ya ha visitado los trabajos iniciados esta semana, junto al director de obra y redactor del proyecto, Javier Ramos, y los responsables de la empresa, confía en cumplir los plazos que marca el Ministerio de Política Territorial. Cuando llegue diciembre, un gran muro o escollera de 20 metros de longitud y 13 de altura protegerá la integridad del mirador y a los bañistas de los «continuos desprendimientos de roca que se han seguido produciendo y caen sobre la zona de baño», según manifestó el Ayuntamiento a la CHE.
25 camiones de hormigón. Unos 25 camiones de hormigón serán necesarios para crear esta «defensa» o contención del talud que la CHE exige que «vaya sensiblemente paralela a las líneas de la corriente para favorecer el curso de las aguas y que no forme escalonamientos, ni alteraciones bruscas o salientes». Asimismo, se utilizarán piedras de no menos de 100 kilogramos y la CHE insiste en que se pongan los medios para evitar que la obra de sujeción no sufra erosión en la zona baja por las riadas.
Inicialmente el trabajo se iba a realizar desde la parte superior, pero se ejecutará desde abajo con maquinaria de gran envergadura y bombas de hormigón con brazos de hasta 30 metros de longitud que permitirán trabajar lejos del agua. Para ello, ya se ha acondicionado el camino de entrada de los camiones y se ha rellenado el acceso para elevarlo por encima del nivel del cauce con una escollera provisional, que será retirada cuando concluyan las obras, al igual que todo el material de relleno que servirá para sostener en suelo firme la maquinaria. El espacio entre el nuevo muro y el talud, el trasdós, de una anchura de dos a tres metros, se rellenará también con piedra y hormigón. Entre las piedras del muro o escollera, la CHE plantea que se eche tierra para favorecer que crezca la vegetación y se renaturalice.