Corren malos tiempos para la Cultura en el número 1 de la Plaza Mayor. Y el escollo más grande, casi insalvable en este último mandato y que se viene arrastrando de lejos, radica en esa música gris que se llama burocracia. Esta área esencial para cualquier sociedad urge un director de orquesta que consiga poner orden en la Gerencia Municipal de Cultura, antes Instituto Municipal de Cultura, con sede en el Teatro Principal. Cuenta con los músicos, las partituras y el público. Solo precisa de una batuta que obre el milagro de que todos suenen al mismo compás.
Quien coja sus riendas tras el 28-M deberá ponerse el mono de trabajo antes de pisar ninguna alfombra roja. El atasco en la tramitación de los expedientes, que a veces se aprueban a toro pasado, cuando ya se ha celebrado la cita en cuestión, y la excesiva demora en el pago a los artistas contratados o las subvenciones adjudicadas ensombrecen la luminosidad que irradian estas competencias. Unos obstáculos a los que se une la falta de personal, una rémora desde hace tiempo y que han evidenciado una y otra vez sus propios responsables políticos.
Al tiempo que se afina esta maquinaria, tarea nada fácil, otras requerirán de toda la atención. Y ahí levanta la mano la candidatura a Capital Europea de la Cultura en el año 2031. Aunque la Sociedad de Promoción se ha puesto al frente de este gran proyecto de ciudad, que ya ha arrancado el compromiso de todos los partidos políticos con representación en el Salón de Plenos, resulta obvia la necesaria implicación de esta área para presentar un proyecto convincente al jurado y para ilusionar a la sociedad como lo consiguió el fallido asalto a este título en 2016.
El sueño de ser Capital Europea de la Cultura en 2031, la recuperación de espacios como el Monasterio de San Juan y Se eleva esta declaración como el gran desafío, pero son muchas las voces que hablan de que necesita ir aparejada de una base sólida. Y esta pasa por poner en marcha medidas que mejoren el día a día del sector, de todos sus agentes, profesionales y aficionados, y de los espectadores.
El repertorio donde elegir se alarga sinfín. Algunas actuaciones ya se han iniciado, como las remodelaciones del Monasterio de San Juan y del Castillo. Otras son menos palpables, pero deben colarse entre los desvelos de quien coja esa batuta.
Tendrá que dotar de contenido los diferentes espacios municipales; velar por la cultura tradicional de esta tierra, que presume de encontrarse entre las más ricas, con, para empezar, la recuperación de la actividad de la Escuela Municipal de Dulzaina, y abrir sus puertas a la contemporánea con más valentía; mimar a los grupos locales y facilitar la acción de asociaciones y colectivos que brindan a la ciudadanía unas propuestas alternativas a las que impulsa el Consistorio...
El sueño de ser Capital Europea de la Cultura en 2031, la recuperación de espacios como el Monasterio de San Juan y La creación de un lugar para los artistas plásticos, al estilo del que disponen las artes escénicas en La Parrala, la apertura de una escuela de carrozas o un centro en torno al Cid son propuestas que van y vienen, pero sin abandonar el papel. Todas empezarían de cero.
Y como un solo instrumento no es nadie dentro de una orquesta, el Ayuntamiento debe lanzarse sin miedo y presentarse como un director total y aglutinar todas las acciones culturales a orillas del Arlanzón, tanto de iniciativa pública como privada, para evitar contraprogramaciones, enriquecer agendas, impulsar colaboraciones que tan buenos resultados ya dan... Una melodía para soñar.