Con un estrés permanente y sin poder ni siquiera dormir tranquila. «Esto es un sinvivir, es desesperante», asegura Bárbara Blanco, una ganadera de Nocedo -en el Valle de Sedano- que está harta de que el lobo mate a sus terneros y que los buitres limpien cualquier huella posible. Lleva toda la vida dedicándose a esto, ya que empezó a los 16 años -cuando cambió Madrid por el pueblo de la familia- y ahora tiene 42, pero nunca había vivido una situación como la actual. «Es como si estuviera empezando y aprendiendo ahora mismo porque no entiendo nada», dice. De hecho, menciona que simplemente hace esta denuncia pública puesto que ha llegado al límite y no puede más.
En lo que va de año ha tenido cuatro muertes de terneros a causa del lobo, aunque en ningún caso se lo han confirmado como tal desde la Junta, y asegura que nunca imaginó que el cánido llegara a estar tan presente en esta zona. «Te vienen a los tres días a mirarlo, que tendrán mucho trabajo, y ya te dicen que es de buitre. No puedo poner un toldo si vienen al instante 200 o 300 buitres, es algo impresionante», asegura Bárbara, que reconoce que el año pasado sí le confirmaron dos muertes con el cánido de responsable pese a que calcula que 'perdió' una docena.
Bárbara tampoco se muestra radical con respecto a la figura del lobo y solo pide que exista un control de su población. «No quiero que se mate a todos los lobos ni que desaparezcan, pero que haya un control. Antes igual ver uno era algo anecdótico, pero desde hace cinco años hasta ahora están pasando estas cosas», expone Bárbara, que cuenta actualmente en su explotación con unas 70 cabezas y que ha quitado alguna en los últimos tiempos para poder vigilarlas mejor. Asegura que no son una zona tradicional de lobos y que a ellos nadie les ha enseñado cómo actuar ante una situación como la que están atravesando en este momento. Así, cree que se debería informar bien a los ganaderos de la realidad y ofrecerles herramientas suficientes para que no se enfrenten solos al problema.
«Después de toda la vida aquí parece que tenemos que aprender ahora a ser ganaderos», comenta. En este punto, en pleno parque natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, tampoco puede tener mastines debido a que se encuentra pegado a caminos por donde pasea la gente. Eso sí, reconoce que los compañeros ganaderos del entorno la están ayudando muchísimo y que entre todos siempre se echan una mano porque la realidad es que el lobo está revolucionando al sector. Eso sí, deja claro que si el ataque ocurre de madrugada al ir al campo por la mañana allí no queda nada por los buitres.
Esta mujer, que reside y trabaja en el pueblo, argumenta que con dicho tema se está intentando dividir a la sociedad y que se lleva al terreno político. «No me considero antilobo, pero lo están haciendo de tal forma que ahora siempre somos los malos. Nadie se preocupa por nosotros», asegura. Se ha planteado hasta dejarlo puesto que cree que así no se puede continuar.
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