Poco o nada le importa entrar casi a diario en dependencias policiales. O llevarse a casa denuncias por robos, amenazas y agresiones. Sabe que su edad es un aliado para delinquir casi de manera impune y en alguna ocasión incluso ha hecho gala de ello. Y es que uno de los mayores dolores de cabeza de los agentes en los últimos meses apenas tiene 14 años.
Su currículum delincuencial tiene ya más de una página y todo apunta a que va a escribir unas cuantas. Decenas de adolescentes, la mayoría de la zona sur, han sido víctimas de sus atracos violentos, especialmente durante las horas del recreo. El cuerpo municipal ha destinado patrullas de paisano para perseguirle.
Cuando a principios de año el intendente jefe de la Policía Local, Félix Ángel García Llorente, reconoció que una de sus mayores preocupaciones era una emergente delincuencia juvenil se refería precisamente a este individuo y sus compinches, algunos de los cuales tampoco han cumplido siquiera los 15 años. En Navidad, convirtieron el Castillo en un lugar hostil. Iban en busca de grupos de chavales que hacían botellón o que simplemente pasaban la tarde y les robaban todo lo que tenían encima. No dudaban en emplear para ello la violencia.
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