El retablo huérfano

P.C.P. /  Cascajares de la Sierra
-

La iglesia de Cascajares de la Sierra sorprende en su interior con su profusión de pinturas y varias obras del Maestro de Belorado, unas restauradas y otras al borde de la destrucción si no encuentran padrino

El alcalde de Cascajares de la Sierra, Juan Carlos Gutiérrez, contempla las pinturas que adornan la iglesia con el retablo al fondo. - Foto: Alberto Rodrigo

Muchos son los hijos que se le atribuyen al Maestro de Belorado, el nombre con el que Charles R. Post, el hispanista autor de la famosa Una historia de la pintura española, bautizó a un artista que en el siglo XV o XVI era el Banksy de los retablos en Burgos y La Rioja. Aunque quizás se le hayan colocado más obras de las que pudo rematar en su misteriosa existencia, lo cierto es que sus tablas se cotizan en las casas de subastas.  

Según el historiador estadounidense, el Maestro de Belorado «conservaba algo de la gloriosa herencia de Van der Weyden» y si bien lo consideró «lejos de ser un gran artista», le definió también «más afortunado que muchos de sus compatriotas del período al producir en el estilo hispano flamenco, que heredó en sobrias armonías de color, destacándose por los acostumbrados brocados en oro de las vestiduras y colgaduras y por los fondos de oro puro detrás de los Evangelistas en las predelas».

En esa descripción se retratan como en un espejo varias tablas de la Iglesia de Cascajares de la Sierra. En realidad dos de ellas, porque las otras no se pueden ni mirar debido al vergonzoso estado en el que se encuentran, camino de acabar desahuciadas por irrecuperables.

El templo conserva en las paredes alzados de la construcción, a modo de planos.El templo conserva en las paredes alzados de la construcción, a modo de planos. - Foto: Alberto Rodrigo

La Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora se levantó en el siglo XII, posiblemente sobre otra construida en los tiempos de Fernán González, en cuyo poema aparece la famosa Batalla de Cascajares. Los pocos turistas que paran en la localidad, al pie de la Nacional 234, se deleitan con el exterior del ábside, una joya del primitivo románico con una deliciosa ventanita escoltada por dos columnas.

Su curiosidad se frena ahí, salvo que coincida la visita con el único día del mes en el que el atareado párroco de Salas de los Infantes se acerca a dar misa. Las llaves las custodia una mujer del pueblo como si fueran el Santo Grial y sin orden directa del sacerdote no abre ni aunque se le presente el humano más angelical. 

Una verdadera lástima, porque el interior de este templo resulta de lo más sorprendente, con una profusión de pinturas en las paredes y el techo que recuerda a iglesias de otros lares y deja boquiabierto a quien accede por primera vez. Podría parecer que las humedades hacer mella en él, pero todo lo contrario, afirma su alcalde. «Habrá habido goteras, pero ahora no, porque las hemos quitado todas. Se retejó entero hace 8 o 10 años», detalla Juan Carlos Gutiérrez, que tampoco este año ha tenido suerte con la 'lotería' del convenio con el que la Diputación y el Arzobispado subvencionan las obras en todos los templos de la provincia de Burgos que no son BIC. «Es la cuarta o quinta memoria que presento la memoria. Y nunca toca», se lamenta mientras  se acerca a la bóveda objeto de esos desvelos. Sin ayudas, sus planes de futuro se limitan a mover para dar más protagonismo a la pila bautismal, otra joya románica que transporta al Monasterio de San Pedro de Arlanza, bajo cuya influencia estuvo Cascajares.

Las pinturas que no han sido recuperadas, en un estado lamentable.Las pinturas que no han sido recuperadas, en un estado lamentable. - Foto: Alberto Rodrigo

Pero el secreto mejor, y peor, guardado no está ahí, sino en el altar mayor, semitapado por cirios, jarrones y misales. Tras su pista puso a este periódico un lector, Jesús Sainz Ortega, el mismo que hace años alertó del abandono de la ermita, posiblemente visigoda en origen, de Barbadillo del Mercado. «Eso fue el inicio de un largo camino que ha llegado a buen fin, pues hoy esa ermita de San Juan se encuentra totalmente recuperada», explica a DB.

Los desvelos de Sainz y de los vecinos de Cascajares los comparten en la Diócesis. Su delegado de Patrimonio, Juan Álvarez Quevedo, reconoce que el estado del «pequeño e interesante» retablo les «preocupa» pero imposible pasar de ahí. «No tenemos medios». O la iniciativa arranca de la parroquia y sus parroquianos, o el Arzobispado se reconoce incapaz de conservar todos sus tesoros. Y este es uno de ellos. No en vano, Juan Carlos Elorza se vino hasta Cascajares de la Sierra para preparar la exposición dedicada a los santos vinculados a la peregrinación que en 1993 reunió obras de los Siloé, los Colonia, Felipe Vigarny y León Picardo en el Claustro Bajo de la Catedral. Con ellos se codeó el Maestro de Belorado y su tabla con un busto de Santiago Apóstol como peregrino, junto a San Juan. Se la llevaron para restaurar con otra de San Pablo y dejaron el retablo huérfano durante un año, recuerda el alcalde. 

Las pinturas que no han sido recuperadas, en un estado lamentable.
Las pinturas que no han sido recuperadas, en un estado lamentable. - Foto: Alberto Rodrigo

Volvieron, pero el retablo siguió huérfano, porque las dos tablas mellizas, en una de ellas se intuye a San Pedro con las llaves, se quedaron aquí. Olvidadas. Sin padre, ni madre, ni padrino.