«Cuanta menos gente siga de la actual Ejecutiva Federal, mejor»

H.J./R.T./ Burgos
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Octavio Granado - Foto: Diario de Burgos

Es el único miembro del llamado ‘equipo económico’ del Gobierno saliente que se ha mantenido en su puesto a lo largo de los últimos 4 años. Granado, que accedió a la Secretaría de Estado de la Seguridad Social tras las elecciones de 2004, acumula a sus 52 años una dilatada trayectoria política. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Valladolid, estuvo en el Senado entre 1983 y 2001, y en el último Congreso del PSOE pasó a formar parte de la Comisión Ejecutiva Federal como secretario de Economía y Empleo, cargo que próximamente abandonará.

 

El viernes cerró una etapa de ocho años al frente de uno de los pilares del Estado del Bienestar que, con la crisis económica, se ha resentido y ha tenido que someterse a un replanteamiento. Cansado por un final de mandato muy duro, Octavio Granado (Burgos, 1959) regresará el próximo curso a la docencia en el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente. Le vendrá bien para cambiar de aires porque asegura que tras 19 años en el Senado, «no me apetecía nada volver al Parlamento. Ya es tiempo suficiente».

Mucha gente puede creer que su vuelta a las aulas puede ser un retroceso. ¿Se le caerán los anillos después de ser secretario de Estado?

Debería ser muy normal volver a tu puesto de trabajo después de ejercer un cargo político y, por desgracia, no es lo habitual. Respeto mucho a la gente que lo hace pero siempre me pareció molesto la costumbre española de que dejas un cargo y pasas a otro y nunca vuelves al sitio de donde vienes.

¿Cómo ha sido su última etapa en el Gobierno, desde la aprobación de la reforma del sistema de pensiones?

Ha sido un año muy intenso porque era el cierre del mandato del Pacto de Toledo. Hemos unificado los regímenes, suprimimos las clases pasivas de funcionarios y el régimen agrario y de empleadas de hogar se incorporan al general. Y todo se ha hecho en un contexto tremendamente difícil, que no ha hecho más que empeorar. Solo hay que escuchar el panorama que ha dibujado el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, que vaticina que el año 2012 será peor que el anterior. No envidio a los que ahora tienen que hacer frente a las responsabilidades donde estaba porque la situación es muy complicada.

¿Con qué sensación deja la Secretaría de Estado de Seguridad Social, con la dulce de los primeros años o la agria de los últimos?

A nadie le van a recordar por lo que hagas en un entorno favorable. En los años de vacas gordas, las cosas van solas, pero lo complicado es configurar un presupuesto ajustado al sistema.

¿Y después de un tiempo, la sociedad sabrá comprender los esfuerzos y aciertos que hizo el Gobierno?

En el caso del sistema de pensiones, hay que medir sus resultados a largo plazo. Cuando hacemos una reforma se piensa en cómo conseguir que la persona que ahora comienza a cotizar pueda cobrar en un futuro la pensión y no cómo pagar el pensionista.

¿Hay margen de maniobra en la Seguridad Social para su sucesor una vez aprobada la reforma de las pensiones?

El 2012 será un año muy duro. porque habrá que tomar determinaciones complejas. Siempre estaré detrás de los que me sucedan porque conozco la casa por dentro y sé lo que hay que hacer. Hay margen de maniobra y hay la posibilidad de adoptar decisiones.

¿Deben estar preocupados los jóvenes que trabajan cuando llegue el momento de cobrar la pensión?

Creo que no. Los sistemas de pensiones incorporan ese factor de previsión. En los años 80, se hacían reformas pensando en cómo se iba pagar las pensiones en 5 años. Ahora, hemos ganado mucho margen. El sistema de pensiones, dentro del Estado de Bienestar europeo, es la columna vertebral. Los europeos estarían dispuestos a renunciar a todo salvo al sistema de protección social -sanidad, educación y pensiones- para que le ayude.

¿Cómo es posible cuadrar un sistema en el que el ciudadano accede al mercado laboral a los 30 años y transcurrido poco tiempo se jubila?

Para empezar, hay que jubilarse un poco más tarde para reponer los equilibrios. Hasta ahora, gracias a la productividad, teníamos mejores salarios y podíamos cotizar cantidades de tiempo mayores. Hay que eliminar cualquier economía sumergida e incluir al sistema cualquier relación laboral que suponga una retribución económica como los becarios o un contrato a media jornada.

Uno de nuestros factores de estabilidad es que cada vez hay menos accidentes de trabajo. Un siniestro laboral no supone pagar una pensión 20 o 25 años de jubilación, sino 60 años. O que pagamos menos pensiones de viudedad durante toda una vida.

Una vez fuera del Gobierno, ¿está satisfecho con la reforma de las pensiones o el cuerpo le pedía algún ajuste más?

La reforma es intensa. Cuando uno sale fuera lo comprueba al ver la valoración positiva que se hace en los países europeos del entorno. Siempre se pudo hacer un poquito más pero también menos. Tal vez, habría que haber buscado equilibrios para conseguir que la gente cotizara un poco más. Será una reforma defendida y tengo la sensación que, más pronto que tarde, habrá que defenderla y se planteará que sea más dura.

¿Y eso?

Un sistema de pensiones es un sistema de seguro y si te cambian mucho las expectativas que uno tiene, al final llegas a la conclusión de qué para que voy a pagar más si en unos años se reduce mucho. Para eso, prefiero tener una relación privada.

¿Pero es obligatorio cotizar?

Es obligatorio pero hay diferentes formas de cotizar. Cuando disminuyes las prestaciones del sistema la tendencia de la gente es buscar la fórmula de cotizar menos. Como, por ejemplo, los trabajadores por cuenta ajena que buscan definir relaciones mercantiles con sus empleadores y ser autónomos, pagando la base mínima.

Siempre está la duda de que cotices muchos años y luego cobres poco, ¿verdad?

Nuestro sistema es de reparto, que entre lo que pagas y lo que vas a recibir hay un mediador que es el poder público. El ciudadano no tiene derechos sino expectativas. También es cierto que el sistema de capitalización, como un plan de pensiones, tiene otro mediador que es el mercado financiero. Si se colapsa, todo se va al traste.

Ha mencionado que cabe la posibilidad de hacer más reformas. ¿Debe pasar por ampliar, aún más, la edad de jubilación?

Yo no creo que sean necesarias más reformas porque con la que hay ahora vale. Pasaremos dos años muy malos pero la estabilidad del sistema está garantizada.  Otra cosa es que si queremos disminuir mucho el gasto público, habrá que hacer otra reforma.  

De momento, hay riesgo de que la Seguridad Social entre, por primera vez, en déficit. ¿Es una llamada de atención?

Será un déficit muy moderado o un empate pero no crea ningún problema. Ese déficit lo vamos a financiar con tesorería. La Seguridad Social tiene, en la actualidad, 67.000 millones de euros en el Fondo de Reserva, 4.700 millones en el Fondo de Prevención, más de 5.000 en las reservas de las mutuas y no tenemos ninguna deuda. Además, el Estado nos debe dinero.

¿Es tan urgente la reforma laboral que quiere aprobar el nuevo Gobierno?

Ninguna reforma laboral tiene un impacto inmediato. Otra cosa es si genera confianza que se nota a corto plazo. Pero es un efecto indirecto.

¿Qué reforma laboral le gustaría?

Me gustaría que hubiera una reforma laboral que permitiera a los parados cobrar rentas del sistema de servicios sociales y no prestaciones por desempleo. España tiene un problema porque cuando el mercado laboral funciona muy bien y hay poco paro, tenemos mucho dinero dedicado a pagar prestaciones por desempleo. Debería haber más rentas de ayudas a la familia o de servicios sociales.

Si a un parado le damos 500 euros al mes, estamos fomentando una fábrica de economía sumergida porque nadie puede vivir con eso y la gente busca otras fuentes de ingreso. En cambio, en Francia, les dan dinero por tener hijos, ayudas al alquiler y es compatible con el trabajo de algún día al mes.

¿Cree que la gente está dispuesta a aceptar todo ante el miedo generalizado a que la crisis se eternice?

Cuando la derecha gana las elecciones, la gente apuesta por soluciones individuales en lugar de colectivas. El ciudadano está muy dispuesto a aceptar que haya recortes y reformas, siempre y cuando no le afecte. El problema es que las reformas siempre acaban tocando a uno mismo.

¿Es partidario de que los ajustes se repartan entre todos?

Así debe ser porque es inevitable. Lo veo en mi familia. No veo claro que a un jubilado que cobra 2.000 euros haya que subirle la pensión y a un trabajador público, que gana mil euros, haya que bajarle el salario. El reparto hay que hacerlo en términos sociales.

Se habla de que el traspaso de poderes ha parecido ejemplar entre el Gobierno saliente y el entrante. ¿También en su área?

Lo hemos hecho con mucha cordialidad. Hemos ayudado al nuevo Gobierno, entre otras cosas por la actual situación económica por que estaban en juego los intereses de España como país.

¿Ha sido complicado?

La coincidencia de la celebración de las elecciones en noviembre para que a finales de año haya un cambio de Gobierno con el cierre del ejercicio no es lo mejor. Todos firmaríamos que nunca haya elecciones en unas fechas así porque la situación es muy compleja.

¿Le hubiera gustado subir las pensiones, tal y como ha hecho el PP nada más llegar al poder?

Si hubiera ganado el PSOE hubiera hecho lo mismo. Si todos somos más pobres, todos somos todos. Hay que hacer esfuerzos por repartir los costes de la crisis y así lo entendió Rodríguez Zapatero. Es más, creo que para el sistema no es bueno que los salarios y las pensiones tengan indicadores de evolución diferentes.

¿Y hay mucha diferencia?

Hay gente en la administración pública que gana más de pensionista que trabajando. En 2012, las pensiones suben y los salarios se congelan o bajan. Esto es tremendo porque no es bueno, algún año se puede hacer pero no de forma continuada.

¿Cómo vivió la noche electoral del 20-N?

En fin, aquello era la crónica de algo bastante anunciado. Yo defiendo que lo que hicimos en el Gobierno ha sido básicamente acertado, de la misma manera que digo que hay decisiones que debíamos haber discutido más. Aunque en una situación de crisis hay una parte del coste que hay que llevarla a la política de ingresos cobrando más impuestos, otra parte reduciendo gastos y otra paliando con reformas. Tuvimos que hacer una política muy dura y esto nos ha pasado factura. Y nosotros además arrastrábamos un cierto ‘pecado original’ y es que la mayor parte de la gente ha valorado que habíamos negado la crisis, y nos castigó por ello. El nuevo ministro de Economía acaba de decir que vamos a llegar a los 5 millones de parados, y eso si lo hubiéramos dicho nosotros nos habían sacado a palos de España.

¿Al PSOE se le perdona menos?

Bueno, es que estábamos gobernando... Ha habido también una discusión muy estéril sobre si la culpa de la crisis es nuestra o no, y evidentemente la crisis es lo que es, ahora llegan los ministros del nuevo Gobierno y todo el mundo asume que es una crisis mundial y sin embargo con nosotros parecía que Zapatero tenía la culpa de todo.

¿Se planteó en algún momento encabezar la candidatura del PSOE al Congreso por Burgos?

Yo tengo fama de ser muy cabezota, de que cuando tomo una decisión nadie la puede modificar y mi decisión era que no me iba a presentar. Además, lo había dicho muchas veces aunque la gente pensaba que iba a rectificar. Yo no quiero que me busquen ‘un sitio’, vuelvo a mi trabajo que para eso lo tengo. Pero creo que este partido mío tiene que hacer cambios muy en serio, porque en cuestión de personas con todos los respetos digo que me dan prácticamente igual. Por ejemplo, la manera de elegir gente en el PSOE en muchos casos está basada en tejer lazos de confianza que permitan que esos te apoyen a ti, y luego tu a ellos y tal... Esto en la Edad Media eran los lazos feudales, algo parecido, pero tenemos que hacer un esfuerzo muy serio para escoger la gente de otra forma.

¿Cómo se traduce todo esto que comenta, ese cambio en la forma de elegir a los dirigentes?

Para empezar, los congresos del partido deberían escoger a gente en función de manifiestos ideológicos y no en función de personas. Discutimos mucho entre los partidarios de alguien, y discutimos muy poco entre los defensores de algo. Ahora, entre Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba. Veo que hay gente que me gusta lo que hace con uno y con otro. Y también veo gente que no me gusta nada en los dos sitios. ¿Y uno es más moderado que la otra, o viceversa? Me costaría mucho llegar a esa conclusión porque al final las ideas están en un segundo plano.

¿Podemos deducir de sus palabras que el Congreso quizás es precipitado y habría que debatir con más tiempo las ideas?

Tampoco, porque yo no tengo garantía de que dentro de 6 meses el Congreso fuera a ser diferente de lo que va a ser este. Pero yo lo que sí que creo es que pase lo que pase en febrero este partido va a tener que hacer cambios mucho más profundos. Deberíamos hacer un esfuerzo muy notable por ser más reconocibles para sectores que ahora no nos ven como referencia.

¿Han perdido sus señas de identidad?

No, lo que pasa es que nos hemos hecho antiguos. Hemos envejecido mucho en estos últimos 4 años de cara a mucha gente. Recuerdo que en una ocasión un ministro de Arias Navarro, en los últimos tiempos del franquismo, dijo a sus colegas: «O no tienen hijos o no hablan con ellos». Y esa frase es redonda. A veces cuando escucho a algunos colegas míos tengo esa misma sensación. Los jóvenes nos dicen que el PSOE tiene que hacer tal y tal cosa para volver a ser reconocible como una alternativa de izquierdas. Y la credibilidad no la recuperamos solo cambiando de personas, hay que ir un poquito más por debajo.

¿Se ha adherido a alguno de los manifiestos que impulsan Rubalcaba o Chacón?

No, y digo con toda franqueza que me parece mal que haya manifiestos de altos cargos. Es una cosa un poco... en fin... No creo en los manifiestos aristócratas. Estoy convencido de su buena voluntad y el 95% de lo que se dice en ambos manifiestos lo firmaría sin problemas, pero desde luego no me pondría a ello.

Se ha vendido como una lucha entre los defensores de la herencia de Zapatero y los que se separan de ella. ¿En qué punto se sitúa usted?

Yo me siento más solidario que nadie de lo que ha hecho este Gobierno y creo que necesitamos seriamente poder hacernos autocríticas sin que nadie se sienta agredido. Si después de lo que ha pasado no somos capaces de criticar lo que hemos hecho mal... Hay que extraer consecuencias en primera persona, porque lo más espantoso es que nadie se ha librado de la bofetada electoral, la hemos recibido todos por igual. En otras ocasiones, en el 96 o en el 79, hubo gente que salió mejor parada que otra, pero ahora estamos todos igual.

¿Seguirá con su responsabilidad en la Ejecutiva Federal, como secretario de Política Económica y Empleo?

No, no, no. Creo que cuanta menos gente siga de la actual Ejecutiva Federal, mejor. Y no lo digo porque tengamos que hacer espíritu de contrición, penitencia... pero creo con toda sinceridad que desde fuera podemos colaborar mejor. Tenemos que dar la oportunidad de que gente diferente diga cosas distintas. Porque si seguimos los mismos y ahora decimos cosas distintas, e inevitablemente tenemos que hacerlo, llegará la crítica fácil de «¿y esto por qué no lo dijo usted hace unos años?».

Eso es lo que se le reprochó durante la campaña electoral a Rubalcaba.

Bueno... Probablemente dentro de dos años se le reprochará a Rajoy. Ahora parece que la crisis es global, y que admite que el paro va a aumentar. En esta situación es muy fácil reprochar a los demás, pero el electorado español es muy inteligente y a veces los políticos no le tomamos en la suficiente consideración. Pensamos que a la gente hay que engañarla, decirle las cosas suaves, amables...

¿Es partidario de abrir las primarias a los simpatizantes, como ha ocurrido en Francia?

Sí, eso ya lo hicimos en Burgos en las elecciones municipales, y salió muy bien. Al alcalde de una ciudad no le pueden elegir entre un grupo de afiliados, el partido debe abrirse.

¿Qué repercusiones podrá tener el Congreso Federal a nivel local?

Pues no lo sé. Si el Congreso sale bien, pues a nivel local y provincial estaremos mejor, pero no hay una relación causa-efecto.

¿Cree que también debería haber un cambio de personas, como aboga en el nivel federal?

No sé si es necesario, no me he puesto a pensarlo. Me parece que en estos momentos hemos recibido una bofetada en las elecciones generales y el plano de responsabilidad es el que tiene que asumir la Comisión Ejecutiva Federal. Y los dos candidatos son miembros de la Ejecutiva, y me parece bien que lo sean, y me parece bien que uno de los dos sea el nuevo secretario general, sea el que sea. Pero bueno, yo creo que la Ejecutiva tiene que cambiar mucho, su estructura, y yo abogaría más que por cambios de personas por maneras de hacer las cosas. Y en Burgos tenemos que replantearnos claramente algunas cosas. Por ejemplo, aquí hay tres partidos judiciales que eligen un único diputado provincial, como son La Bureba, la zona del Arlanza y la Sierra. Es muy difícil que nosotros podamos pelear esos ayuntamientos si no somos también alternativa a la Diputación. Y en esos ayuntamientos hay candidaturas independientes, de Tierra Comunera, de Izquierda Unida... Con toda sinceridad, sería muy razonable que intentáramos ponernos de acuerdo y presentar una única alternativa al PP. Porque en las generales es lo que pasa, y en las municipales hay que buscar una fórmula similar.

¿Tendrá un papel activo en la nueva Ejecutiva de Burgos?

No, no... bueno, hombre, no sé... a ver, si mis compañeros me lo piden tendría que reflexionarlo mucho pero no quiero entrar en la pelea. No me parece que sea necesario.

¿Cree que sería un error prorrogar la vida útil de Garoña?

El sistema eléctrico español es complicado, tenemos un enorme crecimiento de generación de energía eólica o solar, pero no son permanentes y por tanto tienen dificultades frente a las tradicionales. Si queremos apostar verdaderamente por las renovables tenemos que ver cuál va a ser el mix energético. Y yo creo que ahí la energía nuclear no va a jugar un mayor papel. Dicho esto, yo no sé si hay que cerrar Garoña el año que viene, dentro de 5 o de 10. Algún año habrá que cerrarla, en eso estamos todos de acuerdo. ¿Qué año? No lo sé.

¿Hay una solución para la financiación de los ayuntamientos de la provincia, tan pequeños y con escasos recursos la mayoría de ellos?

La solución vendrá sobre todo por ser capaces de colaborar más entre ellos. Eso es inevitable. Los ayuntamientos están encontrando fórmulas como los cotos de caza, de setas, alquiler de prados... Las localidades pequeñas están haciendo su trabajo de forma diligente y merecen nuestro aplauso, pero si no llegan a más acuerdos entre ellos será difícil que puedan subsistir.

¿Alguna novedad en la conversión de la Comandancia de Obras de la calle La Puebla en un centro de la Seguridad Social?

Sí, la administración ha sacado a concurso la redacción del proyecto y esperamos resolverlo en enero, es algo que tengo mucho interés en dejar bien atado con mi sucesor. Es la típica inversión que contribuye a recuperar una zona urbana que va a cambiar de cara, y que le dará a esa parte de Burgos una fisonomía mucho más agradable.

El General Yagüe es propiedad de la Seguridad Social. ¿Qué harán con él a partir del traslado completo al nuevo hospital?

Tenemos que demolerlo, porque dejarlo sin utilizar es un espanto. Si hay alguna parte del edificio salvable pues bien, pero creo que lo razonable sería demolerlo. Con el solar, a mí lo que me gustaría es que hubiera un diseño acordado con el Ayuntamiento en el que convivieran un edificio de viviendas con algún equipamiento en las plantas bajas para personas mayores, un centro de día, o una residencia de ancianos. Eso sería lo ideal.

¿Y qué pasará con el edificio que poseen en la plaza de Santo Domingo, en la esquina con la calle Moneda?

Pues ahí tenemos a un inquilino, antiguo trabajador del INP, y a un negocio en la planta baja que no sé si vence a finales de 2012 o principios de 2013. Será entonces cuando haya que buscar una solución al conjunto del edificio. En su día yo hablé con Juan Carlos Aparicio la posibilidad de que fuera la sede de las oficinas de la Capitalidad Cultural de 2016 si Burgos la hubiera ganado. Es una pena y no lo hemos conseguido, así que ese edificio que está valorado en una tasación de la Tesorería en 3,5 millones de euros, creo recordar, permitirá o bien que se le dé un uso público si alguna administración lo pide o venderlo y sacar unos recursos. En cualquier caso, debemos ser muy respetuosos con las personas que están allí.