Deporte de élite y ramadán

ÁLVAR ORTEGA / Burgos
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Ayer concluyó el mes del ayuno y la reflexión en el calendario islámico y que también respetan deportistas profesionales, como el pívot del Tizona Abdou Thiam. Ha compaginado partidos y entrenamientos sin comer ni beber del amanecer al anochecer

Abdou Thiam se prepara para orar en su casa una vez ya se ha puesto el sol. - Foto: Sofía Ramis

Millones de personas alrededor del mundo practican el Islam y, por lo tanto, han acabado ahora de hacer el ramadán, ese mes sagrado de ayuno que se cultiva cada año durante el noveno mes del calendario islámico. Y algunos los deportistas de élite no son excepción. Uno de ellos es Abdou Thiam, jugador del Grupo Ureta Tizona, que ha compaginado durante los últimos 30 días los duros entrenamientos y partidos de su equipo con la abstención de comer y beber desde el amanecer hasta el anochecer.

Aunque muchos jugadores de baloncesto optan por posponer el ayuno o hacerlo mucho más flexible en pro de su salud, el senegalés este año decidió cumplirlo a rajatabla con la salvedad de un par de días, en los que el horario de los partidos le imposibilitaba estar físicamente 'entero' si ayunaba desde el alba. «Es duro. Yo llevaba tiempo sin hacerlo como lo estoy haciendo ahora. Al principio me costaba mucho y con el paso de los días me he ido acostumbrando. Es difícil dar el cien por cien en el entrenamiento haciendo el ramadán y al principio, de hecho, no podía estar al máximo. Sabemos que la alimentación es muy importante porque si no la cuidas puedes sufrir muchas lesiones musculares. Pero el sacrificio ha merecido la pena», asegura Thiam.

El ramadán no solo es una práctica religiosa y también incluye el ámbito social. Sirve para que los musulmanes se sientan más cerca de su comunidad y, aunque Thiam vive solo en Burgos, tiene claro de quién se acuerda y con quién comparte más tiempo a distancia en este mes sagrado:«Tengo un hermano que se llama Papa y está en Madrid. También lo está haciendo», reconoce Abdou, que por consejo materno no había hecho ayuno hasta postemporada en los dos años previos.

«Antes de que muriera mi madre el año pasado, hablaba con ella mucho. Me decía que no quería que hiciera el ramadán durante la temporada, mientras entrenaba y jugaba. Yo la hacía caso», recuerda con una sonrisa en la cara Abdou, que entonces optó por hacerlo después, una vez terminada la campaña de baloncesto y ya durante sus vacaciones. Pero sin su madre, este año decidió exigirse un poco más: «Llevaba varias temporadas optando por eso, pero este año he querido hacerlo en el momento. Es mucho más importante», añade el senegalés.

(El reportaje completo, en la edición impresa de este lunes de Diario de Burgos o aquí)