«A mí nadie me dice que por ser mujer no puedo hacer algo»

MÓNICA PURAS (SPC) / Burgos
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Susana Uriarte, futbolista pionera en el Rayo Burgalés, admite que "no estábamos preparadas para jugar al fútbol", pero apunta que "nuestros entrenadores tampoco para entrenarnos"

Susana Uriarte, pionera del fútbol femenino en el Rayo Burgalés. - Foto: Valdivielso

Su lucha decidida por lo inédito le llevó a convertirse junto a su hermana en auténticas precursoras del fútbol femenino burgalés. Susana Uriarte era amante del deporte en general y basta que recibiera un 'no por respuesta' o una prohibición para echar mano de su cabezonería y cumplir ciegamente sus deseos de jugar al fútbol. Y en eso, su familia, un verdadero matriarcado, es experta. «Así me lo han inculcado mi abuela, mi madre y mis tías. Mi madre se quedó viuda con 46 años y ocho hijos todos ellos menores de edad, siendo las mayores cinco chicas. A mí no me dice nadie que por ser mujer no puedo hacer algo. No lo concibo».

¿Fue entonces cuando le dijeron a Isabel y a usted que el fútbol ni era femenino ni era fútbol?
Íbamos a apuntarnos a un curso de entrenadores, bueno, entrenadoras. Fue una casualidad. Y alguien entonces nos comentó que Adolfo Cires, presidente del Rayo Burgalés, quería conformar un equipo femenino. Le confesamos Isabel y yo que queríamos jugar al fútbol y aceptamos su propuesta de buscar a las chicas por institutos, del Interparroquial en el que jugábamos al fútbol sala y sin saber muy bien a lo que nos enfrentábamos, ni dónde íbamos a jugar ni nada... Vinieron a hacernos unas fotos, que incluso recuerdo que pedimos a unas chicas del baloncesto que se pusieran para completar un equipo. Luego ya vinieron más, aunque nadie sabíamos el rumbo. 

30 años después parece que mereció la pena, ¿no?
Yo lo que no puedo hacer lo descubro por mí misma. Mereció la pena, sí.

¿Y ya tenía alguna base futbolística?
Mi base era el Mundial del 82, jugar en el barrio y el fútbol sala, es decir, de cero. Además, yo llevaba un aparato porque sufría escoliosis en la espalda y hasta con eso jugaba y botaba con los hierros cuando me caía. Es que soy muy bruta. 

Llevaba un aparato porque sufría escoliosis en la espalda y hasta con eso jugaba y botaba con los hierros cuando me caía. Es que soy muy bruta»

¿Cómo fue la primera vez que vistió de corto?
Fue un amistoso en un triangular de fútbol-7 que jugamos en Palencia. Quedamos subcampeonas. Nosotras éramos una banda, pero con mucha ilusión. Yo jamás me había puesto unas botas de tacos hasta entonces.

¿Quién o quiénes fueron sus mentores?
El primero fue Adolfo Cires,  que supo delegar, porque no tenía muchos conocimientos. Luego tuvimos al portugués y a Amós Martín. Nosotras no estábamos preparadas, pero ellos tampoco. Habían entrenado a niños y adolescentes. Nosotras éramos señoras que trabajábamos. Yo tenía 26 años y había más mayores y otras mucho más jóvenes. 

¿Y en ese matriarcado familiar cómo vivía el fútbol femenino?
Mi padre llegó a jugar en el Burgos de Primera División procedente del Arenas de Getxo que ganó la final del Campeonato de España, ahora Copa del Rey, nada más y nada menos que al FC Barcelona por 5-2. Mi tío iba a fichar por el Athletic, pero falleció al poco. Y mi abuelo materno, Basilio Canduela, regentaba un restaurante y bar, que era una institución en el mundo futbolístico burgalés. Siempre nos ha gustado el fútbol. 

Nosotras no estábamos preparadas para jugar al fútbol, pero nuestros entrenadores tampoco para entrenarnos»

¿Cómo valora su etapa como jugadora?
Jugaba de central, lateral derecho y alguna vez hasta de portera. Entonces pesaba 15 kilos más. Técnicamente no era muy buena, pero bruta era un rato. Me lesioné el codo. Volví a la Federación e hice el curso de monitora de fútbol base y estuve junto a Amós de ayudante. Cuando llegó la nueva directiva pasó a ser Nuestra Señora de Belén. Con Juanjo Ronda estuve un poco de delegada, pero yo ya lo dejé. Entonces empezaron a verse los resultados. 

¿Notaría también evolución en sus tres temporadas?
Sí, sí. Ya había muchas más chicas. Cuando conformamos el equipo entre nosotras no había competencia. 

¿Por su mente pensó alguna vez que alguna de ustedes podría vivir del fútbol?
No. Yo lo sigo viendo como un juego no como algo profesional. La élite vende productos. Donde se ve realmente fútbol es en Pallafría o aquellos que no cobran por jugar. 

Jugaba de central, lateral derecho y hasta de portera. Entonces pesaba 15 kilos más que ahora» 

Pero alguna de sus compañeras sí lo logró: Inés Herrera, Sonia Vesga...
Es verdad. Incluso me atrevería a decir que Arancha Mayordomo Merino hubiera sido hoy Balón de Oro. No he visto a nadie que fuera de cabeza como ella en mi vida. Ni en la selección ni en el Barça ni en el Madrid. Era buenísima, en técnica, cuerpo y como portera, también.

De no haber sido por las hermanas Uriarte... el fútbol femenino en Burgos...
...hubiera empezado más tarde. Está claro. Yo no tengo hijos, pero mi sobrina ya tuvo dos opciones para jugar al fútbol: el Nuestra Señora de Belén y el Capiscol. Vas al Sedano o a Pallafría y ves a niñas pequeñas que están integradas en equipos mixtos o en íntegros femeninos. Me siento reconocida.

¿Hacia dónde camina el fútbol femenino?
Creo que si hay equipos que consigan acercarse al nivel del Barça femenino pues tirará para adelante porque darán espectáculo.Ahora hay una superioridad tan aplastante...no existe la rivalidad.

En otras circunstancias creo que Arancha Mayordomo hoy hubiera recibido el Balón de Oro»

¿Y en Burgos?
Si se invirtiera dinero en el fútbol femenino, quizás llegaría a tener más repercusión que el masculino. Desde mi padre, que estuvo en Primera… 

Alguien dice que usted quiere escribir un libro...
Sí, con la misma ilusión que poder vivir del fútbol. Ser escritora no estaría mal...(ríe).