El primer gran problema al que se tuvo que enfrentar el Gobierno de coalición del PP y Vox a los pocos días de iniciar el mandato fue el de cómo encarar el futuro incierto del Mercado Norte. Rectificaciones al margen, que también las hubo, el Ejecutivo municipal se encontró con que el procedimiento para tratar de licitar la construcción de la nueva dotación había sido un completo desastre. El proyecto estaba sin actualizar, el estudio de viabilidad y los pliegos recogían grandes imprecisiones y contradicciones entre sí...
En otras palabras, todos los pasos dados hasta la fecha resultaban inservibles. Eso sí, lo que sí existía era una obra de un mercado provisional en la plaza España a punto de finalizar y aquello obligaba a tomar una decisión. O se desmantelaba lo que se estaba levantando y por lo que se había pagado alrededor de un millón de euros o se procedía al traslado de los concesionarios y se derribaba el viejo inmueble. Básicamente porque se entendía que podía representar un peligro (bien por actos vandálicos, bien por que se presume una aceleración de su deterioro al estar vacío y en desuso).
El equipo de Gobierno optó por una decisión salomónica. Preguntar a los concesionarios y que sean ellos lo que decidan. De manera aplastante ganó la opción del traslado.
Ahora que ha llegado el momento de trabajar en el proyecto de demolición, que se contrata estos días y que deberá estar listo antes del 5 de mayo para que el derribo pueda iniciarse el 1 de septiembre (ese es al menos el objetivo), surgen otras dudas como son las de qué sucederá con las más de 110 plazas de aparcamiento de la plaza Hortelanos.
El concejal de Urbanismo, Manuel Manso, resolvió una de las incógnitas más relevantes. «La plaza Hortelanos, en el momento que demolamos, quedará inutilizada como aparcamiento. Se va a impedir el uso de esa plaza ya que la valla tiene que ser definitiva».
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