El lado bueno del desastre

F.L.D. / Burgos
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Miriam y Erika, responsables de Bella&Suculenta, comienzan a reconstruir su negocio de la calle Soria después de que fuera pasto de las llamas hace unos días. Aseguran que volverán más fuertes que antes

Miriam y Erika, responsables del centro de belleza que ardió la semana pasada, no se rinden y ya han comenzado a reconstruir su negocio. - Foto: Alberto Rodrigo

La monstera es una planta trepadora conocida como la Costilla de Adán. Tiene un aspecto salvaje y tropical, que empieza a alcanzar su plenitud a partir de los tres años. Para Miriam y Erika era el símbolo de su negocio. Una compañera más de una aventura que comenzó justo después de la pandemia. En este tiempo habían logrado hacer de su salón de belleza toda una experiencia para sus clientas. Algunas, de hecho, ya las consideraban amigas. Pero un incendio calcinó la mayor parte de un sueño que habían llamado Bella&Suculenta. No dejaron que el luto se apoderase de ellas y al tiempo que barrían las cenizas comenzaron a pensar en un nuevo amanecer. Uno que vislumbran de aquí a un par de meses, o menos: «volveremos más fuertes».  

Cuando los Bomberos sacaron de la cama a las responsables de este local de la calle Soria para alertarles de que estaba en llamas, no fueron conscientes de la magnitud del desastre. Tampoco cuando observaban desde el exterior cómo el fuego devoraba sin piedad las paredes, el techo, las lámparas y los estantes llenos de productos que diariamente utilizaban. Lo fueron cuando, ataviadas con cascos, pudieron acceder al interior. «Todo estaba negro y destrozado. Tenía un aspecto tétrico porque todo lo que era de plástico se había derretido y colgaba del techo», cuenta Erika mientras apila a la entrada del establecimiento algunos de esos enseres calcinados. 

Su pareja trató de animarlas. De impulsarlas para que se vinieran arriba, pero esos primeros minutos fueron terribles. «Él mismo se daba la vuelta y, al verlo todo, se echaba las manos a la cabeza. Los primeros contratistas vinieron y ya nos dijeron que había que reformarlo todo. No se salvó prácticamente nada», lamenta Miriam. 

Tampoco salieron adelante muchas de las plantas que hacían que las clientas sintieran que Bella&Suculenta fuera «toda una experiencia». «Siempre nos decían que nada más entrar ya se sentían relajadas y era eso lo que intentamos cuando abrimos. Dar cercanía», explican. Algunas de las macetas lograron salvarlas. De hecho, tienen amigas que se han ofrecido a hacer de 'guarderías' hasta que puedan reabrir. 

Porque el apoyo masivo de amigos, conocidos y clientas ha sido uno de sus mayores acicates. El lado bueno del desastre. «Se han volcado con nosotros y lo agradecemos muchísimo», insiste Miriam, quien ya sólo vislumbra la vuelta al trabajo. «Tenemos la oportunidad de incluir cosas que cuando empezamos no pensamos y que luego nos dimos cuenta de que podíamos mejorar», defiende. Su compañera Erika recuerda que, al fin y al cabo, es «casi peor que volver a empezar», pues van a tener que convivir con la incertidumbre de cuándo van a poder reabrir. «Ya sólo nos centramos en eso», asegura. 

La tristeza con la que cancelan citas se torna enseguida en esperanza por el futuro más inmediato. Porque dos meses no son nada. Y quién sabe si en uno y medio vuelven a levantar la persiana, a colocar las plantas, incluida la monstera, que cual ave fénix custodiará el regreso de sus bellas y suculentas.