Ha transcurrido una semana desde que las llamas devorasen parte de la Granja Sagredo en Briviesca y los propietarios trabajan a contracorriente para ofrecer el servicio de venta de huevos a los clientes de cercanía. El reparto se ha restablecido a menor escala, pero José Sagredo confiesa a este medio que las «pérdidas de unos 3 millones de euros ponen en riesgo la continuidad del negocio», porque los beneficios obtenidos con las gallinas que sobrevivieron al suceso serán «prácticamente nulos».
El pasado martes los empleados se disponían a abandonar la explotación cuando un intenso olor a humo les alertó de que algo ocurría, y en cuestión de minutos un imponente fuego arrasó con todo lo que se topaba a su paso. El empresario salió a distribuir las hueveras minutos antes -comprobando primero que todo iba bien- y los que allí se encontraban nada pudieron hacer por salvar las instalaciones más modernas que, en poco más de una hora desaparecieron entre las llamas. Los miles de litros de gasóleo acumulados en los distintos vehículos estacionados -una cosechadora, un tractor y una cargadora- y en el depósito generaron que el fuego se expandiera con mayor rapidez.
Maquinaria agrícola, tres pabellones, un almacén, y el centro de clasificación, construidos en los años 2002 y 2012, quedaron hechos cenizas. Las 35.000 aves ponedoras que criaban en una de estas naves murieron asfixiadas sin que nada pudieran hacer por su vida.
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