Ha llegado el momento. Después de casi 50 años dedicado en cuerpo y alma a la hostelería, Paulino Yusta, actual cantinero en Bahabón de Esgueva, acaricia la jubilación. No ha hecho otra cosa en su vida más que estar detrás de la barra. Empezó con apenas 14 años en el hostal Los Hermanos, en Gumiel de Izán y, desde entonces, ha encadenado un sinfín de experiencias cuyo punto final llegará mañana domingo, 6 de abril, día en el que tiene previsto colgar el mandil.
Alcanza así un descanso más que merecido, aunque sus parroquianos de Bahabón de Esgueva y de todos los municipios de alrededor que acostumbran a parar en el Bar Picón le echarán de menos.
Yusta, natural de Pineda Trasmonte y que ha regentado la taberna de esta localidad ribereña durante los últimos ocho años, cuenta que ha merecido la pena, que se ha sentido «como uno más» y que «es un pueblo muy unido y con mucha armonía». A quien tome su relevo le augura una buena experiencia profesional porque en Bahabón de Esgueva, asegura agradecido, «hay buen ambiente, unión y gente muy maja».
A diario siempre se juega la partida, ya sea al mus o al subastado. Si falta alguien, Paulino no duda en sentarse con la cuadrilla de las cartas. Los fines de semana, el juego entretiene por lo menos a cuatro grupos. Los viernes y sábados tampoco perdonan la merienda, el café posterior y lo que se tercie. Por no hablar del verano. Yusta cuenta que algunos días se marchaba a dormir y dejaba a los jóvenes en la terraza. «Alguno amanecía», dice con una sonrisa, sin olvidarse del buen ambiente que reina tanto en las dos romerías que suelen celebrarse en mayo –Valdepinillos y Nuestra Señora de Henosa- como en las fiestas del 15 de agosto.
Así que entre unas cosas y otras el bar ha estado abierto la inmensa mayoría de los días en los últimos ocho años. «No falta movimiento, siempre estoy entretenido. Viene mucha gente de fuera, en el tiempo bueno entran muchos caminantes a tomar un café...», relata Paulino, mientras detalla que llegó a Bahabón de Esgueva por la amistad que le unía con el dueño del bar, Inocencio. Y es que después de 28 años trabajando en Gumiel de Izán, otros 12 en un restaurante de Aranda de Duero y cuatro más entre Gumiel y Fresnillo de las Dueñas, quería un poco más de tranquilidad. «Estaba harto de tanto meneo», reconoce. De ahí su apuesta por Bahabón de Esgueva.
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