El comercio tradicional burgalés continúa hundiéndose en un lento declive y los malos datos de actividad que arrastra desde hace una década no solo no tocan fondo, sino que se siguen agravando. El fin de los negocios de proximidad, del empresariado que los impulsa y la falta de relevo generación también suponen el fin de la vida en las calles y los barrios y de una manera de entender la ciudad y los pequeños pueblos. Los empresarios del sector han dicho basta, llaman la atención sobre su situación y urgen un plan de choque coordinado con las administraciones -Junta de Castilla y León, Diputación y ayuntamientos- que permita reinventar el sector, adaptarlo a los nuevos hábitos de consumo, y, con ello, recuperar la vida urbana vinculada a estos negocios.
Un reciente informe elaborado por el Consejo Económico y Social de Castilla y León (CES), respaldado por los empresarios (Conferco y también por la Federación de Empresarios de Comercio de Burgos) y por los sindicatos (CCOO y UGT), ha puesto en evidencia y con números la triste realidad que vive el comercio de proximidad en la región desde hace una década.
De entrada, Burgos parte con ventaja en este trabajo. Reúne una alta densidad empresarial y su Producto Interior Bruto (PIB) per cápita es el más alto de Castilla y León, superior en un 17,8% a la media regional y en un 14,4% a la nacional. Son 27.017 euros de media, lo que, entre otros beneficios, permitiría más capacidad de compra a sus habitantes en el comercio de proximidad.
Por si esto fuera poco, es la provincia de la región donde, comparativamente, menos han subido los precios en un año, el 2022, en el que se alcanzaron cifras récord de inflación. De hecho, es la única provincia donde el aumento de los precios ha sido inferior al del conjunto de España, subraya el CES.
En concreto, el alza del coste de la vida fue del 8,8%, un dato extraordinario, pero que se sitúa por debajo del 10,3% de Ávila o de más del 9% que se experimentó en Segovia, Soria, Valladolid o Zamora.
Vestido y calzado, rama clave del comercio de proximidad, incluso redujo sus precios un 1,6% el pasado año, situando a Burgos como la segunda provincia regional donde no subieron. En alimentación, el alza del 12,5% le ubica en el cuarto lugar, y en muebles y equipamiento del hogar, el 5,7% de subida es superado por seis provincias vecinas.
Pero ni mayor capacidad de renta ni menor inflación (en la comparativa) están permitiendo sostener al sector. La afiliación media al comercio es la más baja de la última década. Hoy, un 14% de los trabajadores se dedica a esta actividad en Burgos (1,3 puntos menos que en 2012), porcentaje por debajo de la media regional (15,5%) y que solo supera al 11,5% de afiliación que registra Soria.
Afiliados. Menor afiliación supone menos empresas, menos puestos de trabajo, menos actividad y también menos ciudad. En la última década, solo durante la pandemia el comercio generó en porcentaje más afiliación que el total de la economía burgalesa y lo hizo en negativo: mientras burgos perdía un 2,5%, el comercio solo era un 2,1%. Fueron circunstancias excepcionales en las que los confinamientos en los hogares demostraron -temporalmente- el valor de la proximidad. «No se han alcanzado los niveles de actividad previos a la pandemia en el comercio en general», sentencia el informe del CES.
Superada la crisis sanitaria, el comercio ha continuado con su declive. Apenas crece un 0,4% en el último año. La cota más alta en la última década ha sido del 1,3% en 2017, siempre por debajo del 2,4% que creció la afiliación en el conjunto de la economía provincial aquel año.
Pequeños empresarios. El informe del CES constata no solo que el peso del pequeño comercio mengua en la economía provincial, sino que los principales impulsores de los negocios, los autónomos, desaparecen.
La estructura del comercio burgalés está integrada por un 73,4% de asalariados y un 26,6% de autónomos. Mientras los primeros crecen a un ritmo del 3,4%, en datos de 2022, los pequeños empresarios autónomos desaparecen hasta registrar un -15,4%, la caída más importante de toda la década y la más acusada en el conjunto de la región, que pierde un 11,8% en el empleo por cuenta propia en el último año.
Locales. Quizá el dato que mejor visualiza la situación es el del cierre de los locales comerciales. En Burgos ha echado la persiana el 14,6% de su red de tiendas, aunque hay provincias, como es el caso de Palencia, que supera el 23%. En Zamora hay un 19,4% de cierres, en León un 17,1% y en Valladolid un 16,1%.
En este capítulo pesan los alquileres, insostenibles cuando la actividad decrece y cuando irrumpen los grandes formatos comerciales en el centro de la ciudad. En la zona más comercial de Burgos, particularmente, han cerrado formatos de pequeño y también de gran tamaño, ninguno resiste a la gran revolución que vive este sector: la generalización de las compras digitales, que han crecido a un ritmo de dos dígitos en los últimos años. «La compra en línea es cada vez más popular y muchos clientes prefieren hacer sus compras desde la comodidad de sus hogares».
Listado de males. El estudio del CES realiza un repaso detallado de los males que aquejan al pequeño comercio en todas sus ramas de actividad. El primero es la enorme presión de la competencia de los grandes formatos y marcas, cuyo poder económico y publicitario les permite atraer gran cantidad de clientela y jugar con unos precios y unas ofertas con los que es imposible competir.
También favorece a los grandes una normativa de horarios y días de apertura que es «compleja, farragosa y que cambia con frecuencia». El sector se ha liberalizado y la cuota de mercado de los grandes formatos sigue en crecimiento mientras que para los negocios familiares es imposible más flexibilidad horaria, sentencia el estudio.
Hay más males: no hay recambio generacional, es difícil encontrar empleados, los proveedores y la logística favorecen a los grandes y también se alerta sobre la implantación de Zonas de Bajas Emisiones, «que pueden tener un efecto negativo en el acceso a ciertas áreas comerciales» de los centros urbanos.
El perfil del consumidor actual, define el CES, es «ahorrador, de renta media y con tendencia online». «Los clientes -denuncian los comerciantes- van a la tienda a probar el producto, pero compran en otro establecimiento más barato o por internet». «Es complicado tener una página web sin un producto exclusivo, genuino y singular. Muchas veces el principal competidor es la propia marca que se comercializa».
¿Qué se pide a la administración? El listado de demandas a la Administración -Junta de Castilla y León y ayuntamientos, principalmente- es muy amplio.
En el ámbito legal, se reclama «agilizar y simplificar» la normativa, «regularizar» los precios de alquiler de los locales de negocio, reducir los requisitos para acceder a las subvenciones y los costes de la empresa en función de su plantilla. Entienden que las cuotas a la Seguridad Social son «muy altas» y crecen en la medida en que se contratan más empleados.
Se insiste en la formación, clave para impulsar la digitalización del sector, y en un urbanismo enfocado al mantenimiento del pequeño comercio. Se necesitan parkings disuasorios, parques comerciales en el centro de la ciudad (con guarderías y ludotecas) y se pide el apoyo a la promoción del comercio como dinamizador de las ciudades.