En el recreo aquí se juega al ajedrez

R.L. / Miranda
-

El colegio Sagrada Familia potencia el aprendizaje de este juego y lo introduce como asignatura en el primer curso de Infantil y Primaria

Un tablero gigante de ajedrez  es el nuevo punto de encuentro en el patio de los alumnos de Secundaria del colegio Sagrada Familia. Durante el recreo, los habituales corrillos con los amigos han dado paso a reñidas partidas de ajedrez, una actividad que también se ha trasladado a las aulas al incorporarse como una asignatura más en primero de Infantil y de Primaria, y que se extenderá en un futuro al resto de cursos.

No se persigue convertir a los alumnos en campeones de ajedrez sino aprovechar las estrategias de este juego para que los estudiantes «aprendan a pensar» y desarrollen multitud de capacidades. Y es que además de exigir un esfuerzo de concentración y de memoria, con la práctica del ajedrez se potencia el razonamiento lógico, obligando al jugador a tomar decisiones y a hacer una previsión de sus consecuencias.

Lógicamente, para los niños de Infantil el planteamiento es muy sencillo, «las profesoras les pintan las piezas en la cara y de lo que se trata es de que identifiquen cada una de ellas», explica Pablo Sánchez, profesor del centro. Se ayudan de canciones y cuentos para que aprendan jugando, al igual que en Primaria, donde también se dedica una hora a la semana a esta nueva asignatura.

Los que están enganchados son los de Secundaria, que aprovechan los recreos para jugar al ajedrez humano. Cada equipo, formado por unos 18 alumnos, tiene unos directores, que son los encargados de colocar a sus compañeros en sus correspondientes posiciones y de planificar cada movimiento. Guillermo, Adrián y Diego son los responsables de uno de esos equipos que participan en un torneo interno. Ellos ya sabían jugar, y ahora, con esta actividad en el patio están despertando el gusanillo a aquellos que  nunca se habían sentado delante de un tablero de ajedrez. «En cuanto te metes en la partida es muy divertido», sostienen.  Lo «peor» es que tienen «poco tiempo» para jugar. «Los recreos son de 15 minutos y entre que la gente se coloca y empezamos, ya es hora de volver a clase». Por eso, hay partidas que se prolongan hasta una semana.

Los resultados se irán viendo con el paso de los meses, aunque desde el colegio recalcan que esta forma diferente de aprender «puede convertirse en una gran herramienta de aprendizaje en el colegio».