Aseguran los protagonistas que las semanas después de las victorias son mucho más agradables y llevaderas. El Burgos CF hacía dos meses que no experimentaba esta sensación. Ganó 63 días después y los blanquinegros volvieron a sonreír, por lo que el trabajo se encara de otra forma que anteriormente.
Confía el entorno que lo ocurrido el sábado se convierta en un punto de inflexión, en un antes y un después. Ese periodo de tiempo que el equipo se ha tirado sin ganar se ha hecho muy largo para algunos, se ha llevado por delante a Jon Pérez Bolo, anterior entrenador blanquinegro, y ha provocado que hayan surgido serias dudas con respecto al proyecto. Incluso los más pesimistas han hablado de descenso. Lo cierto es que la situación sigue siendo parecida. El abismo continúa muy cerca y de nada habrá servido el triunfo ante el Eibar si no tiene continuidad.
El próximo reto del conjunto burgalesista es el Levante, otro equipo que aspira a todo en esta campaña y que se encuentra bien situado en la tabla. El choque se disputará el próximo domingo a partir de las 18:30 horas en el Ciutat de Valencia y el objetivo del Burgos es mantener el listón a la misma altura, mostrar el nivel del último duelo en casa.
Será el segundo partido de la semana para el Levante y es que mañana a partir de las 19:00 horas se enfrenta también en su feudo al Málaga. Es uno de los partidos que se aplazó debido a la DANA.
El cuadro blanquinegro ha soltado lastre y espera que eso se note sobre el terreno de juego. Los niveles de tensión y ansiedad deben disminuir entre los blanquinegros una vez que la racha ya es historia.
La escuadra castellana regresa hoy a los entrenamientos después de gozar de una jornada de descanso. Comenzará a preparar su próximo duelo liguero con un ojo en la enfermería para ver la evolución de los jugadores lesionados.