La Inteligencia Artificial (IA) nos ha metido en una revolución de una dimensión y trascendencia similar a lo que supuso en su día la aparición de internet. «Hoy no puedes trabajar sin internet, realmente no puedes hacer nada. Pues la aplicabilidad de la IA es muy superior y abarca absolutamente todo. Ha convertido a los ordenadores en máquinas pensantes capaces de automatizar y deducir reglas».
Enrique Dans, el investigador y asesor en tecnología que participará en el Encuentro Empresarial que se celebrará este jueves, 9 de mayo (18:30 horas), en el Palacio de Saldañuela, ha conocido y estudiado en profundidad fenómenos como las llegadas de internet, de las redes sociales y, desde hace unos años, analiza lo que puede suponer la IA generativa y las enormes oportunidades de innovación que ofrece para las personas y las empresas.
El cambio, asegura el que está considerado como uno de los mejores influencers en tecnología por Forbes, es trascendente, pero no es nuevo, lleva varias décadas gestándose. La salida al mercado del ChatGPT en noviembre de 2022 permitió constatar que las máquinas ya han alcanzado la capacidad y la potencia necesaria para procesar datos de manera efectiva.
«Antes se llegaba a los denominados 'inviernos' de la IA, saturábamos las máquinas. Ahora están la nube y unas capacidades de procesamiento, de almacenamiento y de ancho de banda ilimitadas. Con estas condiciones se pueden hacer más cosas. ChatGPT es IA generativa, es decir, que, en vez de entrenar a los algoritmos con unos cuantos datos sobre un tema concreto, los entrenamos con toda la información que está disponible en internet y mucha más. Los algoritmos han aprendido a hablar más correctamente que la mayoría de las personas y se pueden utilizar para muchas más cosas».
El invitado al encuentro organizado por FAE y la Fundación Caja de Burgos este jueves considera que las oportunidades que se abren para las empresas con extraordinarias. «Hemos dado la vuelta al uso de los ordenadores. Hasta ahora utilizábamos su software, introducíamos datos y obteníamos respuestas. Así ha sido desde que conocemos la informática. Ahora alimentamos al ordenador con datos y con las consecuencias de estos y le pedimos que deduzca las reglas, el software. Es decir, podemos predecir y construir. Los negocios que sean capaces de hacer predicciones adecuadas mejorarán en su eficiencia con respecto a los que no sean capaces de hacerlo. Ese el valor de los datos».
Este profesor de Innovación en IE Business School insiste que, en todo tipo de empresas, también las pymes, pueden hacer IA, pues las herramientas de esta tecnología son cada vez más sencillas de manejar. «No es solo comprar un algoritmo a OpenAI, sino entrenar la IA con los propios datos. Nadie conoce más de un algoritmo que sabe calcular riesgos en seguros que una empresa aseguradora. Lo mismo le puede ocurrir a una empresa de distribución o a un taller. Si tienen cierta tradición de recogida sistemática de sus datos, pueden hacer un montón de cosas con la IA».
Riesgos. Dicho esto, el investigador augura una burbuja con la IA que necesariamente explotará en algún momento. «Ocurrió con internet y quebraron un montón de compañías. Solo se quedaron las buenas, las que de verdad tenían algo detrás. Ahora, 9 de cada 10 proyectos que llegan a los inversores tienen que ver con la IA. No hay sitio en el mercado ni posibilidad de que todos ellos se conviertan en empresas serias. Vamos a vivir una burbuja, una selección natural de empresas que tengan fondo detrás, que no tienen por qué ser necesariamente tecnológicas».
Lo mismo, añade, ocurrirá con el empleo. «Los algoritmos ya están sustituyendo a los trabajadores de cuello blanco, los que operan delante de un ordenador. Pero ahora estamos empezando a aplicar la IA a los robots y vamos a empezar a encontrar robots que sean capaces de aprender con IA generativa. Va a ser mucho más fácil sustituir a los trabajadores manuales, lo que puede causar tensiones en el empleo. Estamos ante una automatización sofisticada y, posiblemente, más difícil de absorber por la sociedad».
Regulación. La irrupción de la IA no ha estado exenta de polémica y de temores ante los fraudes, la manipulación y la delincuencia, lo que ha alentado su regulación. «Me preocupa que regulemos demasiado pronto. La ley está intentando adelantarse a los efectos nocivos cuando todavía no sabemos cuáles van a ser. Eso es lo que estamos haciendo, sobre todo, en Europa. En Estados Unidos se está a la espera de ver cuáles van a ser los posibles efectos nocivos y una vez conocidos se aplicará la jurisprudencia y se buscarán comparables legales. ¿Por qué la mayor parte de la innovación surge en EEUU y no en Europa? Porque aquí somos demasiados rápidos con la regulación y matamos así a muchas compañías que podrían ser fuertemente innovadoras». «El político cuando regula demasiado pronto -sentencia Dans- suele ser por presión social, por alarma social, lo que no es una buena forma de regular».
Dicho esto, el divulgador considera que hay que regular al que usa la tecnología, «no a la tecnología en sí». «La IA es peligrosa mal utilizada y tendrá efectos positivos y negativos. No temo que las máquinas se vuelvan más inteligentes que nosotros, de hecho, son ya más inteligentes en muchas cosas y se equivocan muchas menos veces. Calculan mejor y son también más certeras disparando, por ejemplo. No me preocupa que la máquina se vuelva más inteligente, sino que alguien dé usos perversos a esa inteligencia, que los tiene».