Son las 16.30 horas. Hace ya tiempo que se han marchado todos. El bullicio y el trajín de empleados, contribuyentes y políticos ha desaparecido. Es como si, de repente, se hubiera activado un estado de alarma y todos se hubieran esfumado. En la planta baja del Ayuntamiento solo quedan los trabajadores del 010 y una funcionaria que atiende a las pocas personas que en este momento esperan su turno en el registro. También está Freddy, que, siguiendo a rajatabla las instrucciones recibidas, ejerce de perfecto anfitrión. Los vigilantes de seguridad nunca fallan. En esta ocasión los invitados no llevan traje ni corbata, pero son igual de especiales. Han llegado los protagonistas: Jimena Palencia, Gadea Fernández, Miguel Gaona y Pablo Gómez-Galarza. Han venido, generosos y valientes, a enseñar cómo ven la política los niños de entre ocho y diez años. Y aunque les dan algún que otro tirón de orejas a los representantes públicos, no solo les darán un aprobado un aprobado general, sino que les concederán un notable alto.
Antes de ponerles nota, han tenido que cruzar la línea que les traslada de la parte nueva del Ayuntamiento a la llamada zona noble y en su mirada se transmite la ilusión por subir esa gran escalera enmoquetada de color rojizo que los llevará hasta el Salón de Plenos del Ayuntamiento. Todo gana en dimensión cuando la vida se ve desde la altura de un estudiante de Primaria.
Antes de empezar, hay quien decide hacerse una foto en el sillón reservado para el regidor. Saben que no es lo mismo sentarse en la mesa del profesor que en el 'pupitre' del concejal. Antes de hablar, toca hacerse la foto para el periódico y la idea de saltar para la instantánea recibe de inmediato su aprobación. ¿Se imaginan a los políticos, a los que tanto les gustan posar, pegando un brinco?
Hace un par de minutos que sus padres les han dejado solos para no interferir en ellos y darles toda la libertad. Pablo rompe rápido el hielo cuando al próximo alcalde o alcaldesa no solo le pide «más áreas deportivas y canchas de fútbol y baloncesto» sino también «un polideportivo con mi nombre». La verdad que lo de 'Polideportivo Pablo Gómez-Galarza' no suena nada mal. Quién sabe si en un futuro esta joven promesa del San Pablo nos da una sorpresa.
Miguel, más futbolero y también prometedor «defensa y mediocentro», apuesta por más campos de fútbol, mientras que Jimena les pide a los políticos «más juegos para niños y adolescentes». Tanto ella como Gadea coinciden en que se deberían de «arreglar» algunos parques infantiles que, las cosas como son, bien merecen un mejor mantenimiento.
Coinciden todos es en que es muy difícil entender a los políticos. «Creo que hablan en chino» comenta de nuevo Pablo para sacar la sonrisa de sus compañeros.
Toca ponerse serios. A Miguel, el único de los cuatro que conoce el nombre de más de un candidato, no le parece bien que haya «tanta obra a la vez por las elecciones» y todos tienen claro que coinciden ahora porque «quieren que les voten».
Gadea y Jimena consiguen también la aprobación de sus compañeros cuando reclaman «un poco más de naturaleza porque casi todo son edificios y tiendas» y cuando pide «más carril bici ya que donde no existe hay que ir por la carretera y es peligroso». A lo que Pablo añade que no se entiende «cómo de repente en algunas zonas se corta».
Otro de los tirones de orejas viene porque reclaman más actividades culturales y para niños en los barrios y no concentrarla tanto por el centro. «Tiene que tratar a todos por igual», defiende Miguel.
¿Qué cualidades tiene que tener un buen regidor? Gadea cree que deberían de ser capaces de «ponerse de acuerdo» con los diferentes y lo que tienen que hacer es «pensar en los demás y ayudarles».
Jimena lanza una reflexión muy interesante y que habla muy bien de sus sentimientos cuando defiende que «en los autobuses debería de haber más espacio» para las personas con movilidad reducida. Y lo sabe bien, según explica, porque su abuela se las ve y se las desea cuando sube al autocar con la moto que la ayuda a desplazarse. No sabemos si la harán caso los políticos, pero lo que sí adivinamos es que la abuela tiene que estar muy orgullosa de su nieta.
Si algo tienen claro es que ninguno de ellos quiere ser político de mayor. Y no porque piensen como muchos adultos, sino porque coinciden en que ser alcalde o alcaldesa tiene que ser «muy difícil». «Me parece mucho estrés», comenta Jimena antes de que Gadea añada que «están siempre con reuniones», de que a Miguel no le parezca atractivo eso «de estar todo el día viajando» y de que Pablo se eche las manos a la cabeza al imaginarse a los políticos «siete horas seguidas en un Pleno».
La última reflexión pone la guinda. Se acuerdan de que en las elecciones habrá también perdedores y les mandan un mensaje. «No pasa nada. Igual lo pueden conseguir dentro de cuatro años». Chapó.