Lejos de erradicarse, el primer foco de fiebre hemorrágica que se localizó en la provincia, en una explotación de vacuno de Santo Domingo de Silos, se mantiene activo con unas quince cabezas afectadas, aunque a sus dueños les preocupa el estado de una de ellas, que temen podría morir en los próximos días o incluso horas.

Antonio Arturo Castrillo y su hijo Raúl son los ganaderos que están sufriendo las consecuencias de esta enfermedad, que se transmite al ganado por la picadura de un mosquito, en su granja de la villa silense. Pese a estar tomando todas las medidas preventivas y los tratamientos recomendados por los veterinarios de la unidad de Salas de los Infantes, lamentan no haber conseguido frenar la enfermedad, que se ha cebado especialmente con una vaca que acababa de parir y que ni siquiera ha podido amamantar al ternero al quedarse sin apenas fuerza «porque dejan de comer y de beber agua, con lo cual ni dan leche», apuntan.

Los ganaderos mantienen separados a los animales contagiados a la espera de su evolución. En estos momentos, padre e hijo confían en que con la llegada del frío, los mosquitos causantes de la enfermedad hemorrágica 'dormiten', lo que no impide que muestren su preocupación por las posibles secuelas que puedan quedar en las vacas, temiendo que no puedan quedarse preñadas, inmóviles, con pérdida de peso o que aborten; además, su cabeza está ya en la próxima primavera, cuando regrese el calor que trae de vuelta a los insectos dípteros causantes de este virus, por lo que piden a las administraciones medidas para paliar los afectos de la fiebre hemorrágica, que pueden acabar causando una grave crisis en el vacuno.

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