El 1 de marzo de 2021 el mundo vivía a caballo entre la tercera y la cuarta oleada de covid-19. A la compleja situación sanitaria se sumaba la económica, con los servicios al ralentí y los departamentos financieros de multitud de empresas haciendo malabares para cuadrar el balance de ingresos y gastos. En este contexto, la multinacional británica Jessgrove dio sus primeros pasos al frente de la histórica compañía burgalesa Nueva Fabril Sedera.
Tras acumular más de una década de pérdidas y diversas reducciones de plantilla, la familia Alameda dio paso a un conglomerado textil que ha logrado dar una nueva vida a un negocio pionero de la industria local. Los 5 trabajadores que había inmersos en un ERTE en marzo de 2021 -que regresaron a sus puestos por aquel entonces- se han triplicado hoy en día hasta alcanzar los 15, cuatro en la oficina y once en producción. La fábrica de Villalonquéjar, especializada en el tintado y acabado de todo tipo de telas, es un referente a nivel nacional y tiene, entre sus clientes, a multinacionales como Inditex y el Corte Inglés o a diseñadores de moda la talla de Lorenzo Caprile, Palomo Spain, Carolina Herrera, Fely Campo, Antonaga...
Hasta la irrupción de Jessgrove, los antiguos gerentes de Nueva Fabril Sedera trabajaban con telares, factor que ahora se ha eliminado. «Antes fabricaban su propia materia prima pero nosotros la traemos de una planta que Jessgrove tiene en Lituania», explica Marcos Ayuso, director de la compañía. El resultado del incesante trabajo de los telares tiene como resultado tejidos de viscosa (fibras semi-sintéticas muy parecidas a la lana y al algodón), de acetato y de jacquard (personalizadas pero no bordadas). Su destino es el interior de ciertas prendas y la forrería, es decir, para chaquetas americanas, vestidos de novia, de fiesta, de noche, chalecos, faldas, bolsillos, mangas...
«Jessgrove vio una oportunidad de poder reabrir un negocio que estaba cerrado», indica. Desde la entrada de la firma británica en el capital de Nueva Fabril Sedera se han invertido más de 2 millones de euros en renovación de maquinaria y en la compra de nuevos telares para optimizar la calidad del producto que ofrecen. Este 2023 cerrarán su tercer año en números verdes (prevén ingresar unos 7,5 millones de euros), lo que les hace pensar en ampliar los horarios de operatividad. En estos momentos se trabaja en dos turnos, aunque están barajando muy en serio la posibilidad de sumar el tercero. Esto conllevará, tal y como reconoce Ayuso, la incorporación de más personal. En cada periodo son alrededor de 5 o 6 los empleados que están al tanto de los equipos de producción o cambian las bobinas cuando se hace necesario. En el horizonte se han marcado como meta llegar a corto plazo a los 9 -y por qué no- 10 millones anuales.
Actualmente salen de esta planta, situada al pie de la calle López Bravo, unos 270.000 metros cuadrados de tela al mes, una cantidad a todas luces muy superior a la que se hacía antes de la llegada de Jessgrove. Tal es la confianza que la multinacional británica ha depositado en Nueva Fabril Sedera que consideran a este centro de producción como «clave» en los próximos años para dar servicio a los mercados español y europeo en general.
Expansión global. En territorio nacional se quedan el 70% de los artículos que elaboran, mientras que al extranjero llegan el 30% restante. Turquía, México, Sudáfrica o Inglaterra, matriz del grupo, son algunos de los destinos a los que viajan las telas que se producen en Burgos. Aquí se tintan en función de la demanda del cliente, para lo que emplean o bien la carta de colores de la que disponen o bien siguiendo las indicaciones que les transmitan. Finalmente, la compañía ofrece un servicio de acabado, pensado especialmente para los diseñadores de moda: más suave, estándar, con más vuelo en el caso de las faldas... El proceso de corte se realiza en otras industrias, ellos solo ofrecen la tela en bruto -en rollos de varios metros-. «Hay dos maneras de trabajar: pocos encargos pero vendidos caros o muchos pero baratos», confiesa Ayuso.
Además de aumentar su capacidad productiva, Nueva Fabril Sedera ha logrado numerosas certificaciones para adecuar su fábrica y que esta sea cada día más sostenible. Cuentan con una instalación de homogeneización de agua y tienen en marcha un proyecto para recuperar el calor que genera la maquinaria o los gases. «Los clientes te exigen estándares de sostenibilidad. En el mundo textil actual es importantísimo», sentencia Marcos Ayuso.