Da casi apuro llamar padre Joaquín al padre Joaquín. Porque cuando se dice padre Joaquín es probable que mentalmente se represente un venerable cura ya entrado en años y, quizás, hasta de barba blanca. Pero el que nos ocupa es un hombre jovencísimo, que no solo es el prior de Verbum Spei, la nueva comunidad religiosa que se ha instalado hace unos meses en Burgos en el convento que durante más de 800 años acogió a las Calatravas, sino también el representante legal del grupo en España, cuya inscripción en el Ministerio de Justicia data de 2022. Él y otros siete compañeros se trasladaron hace unos meses desde el País Vasco, donde la comunidad inició su presencia en España y desde donde llegaron, entre otras cosas, por la Facultad de Teología, donde estudian cuatro de ellos (tres ya son curas y hay un novicio), y no paran de agradecer la generosidad que han tenido las religiosas en cederles este gran espacio, en principio por cinco años que ellos tienen intención de alargar: «Nos dijeron desde el principio que querían que su función siguiera siendo la de albergar una comunidad de fe y nosotros estamos encantados y muy agradecidos».
Junto a Joaquín conviven otros siete hermanos más -hay varios veinteañeros y otros que apenas frisan la treintena- que han llegado a la iglesia católica burgalesa a insuflar algo de oxígeno al agónico panorama de las comunidades espirituales, muchas de las cuales ya dijeron adiós a la provincia y las que perviven lo hacen con sus pocos miembros muy mayores o compartiendo espacio, como han hecho las propias Calatravas, que se han trasladado a convivir con las Bernardas en su convento del Paseo de los Pisones.
Intentamos aplicar el mandamiento de Cristo que dice 'amaos los unos a los otros' jugando al fútbol, yendo a clase o dando misa en un pueblo»Padre Joaquín, prior
El carisma de los Verbum se sustenta, en palabras de su prior -que en la vida civil se llama Benoît Tabaillou-, en la oración, en la «búsqueda de la verdad», en dar «una palabra de esperanza» y en aplicar «ese mandamiento de Cristo que dice amaos los unos a los otros y dando testimonio de esto allá donde estemos, jugando al fútbol, estudiando en la facultad o con la gente de los pueblos a los que vamos a decir misa». Viéndoles, además, se podría añadir una característica más: la alegría. Siete de los ocho miembros de este pequeño grupo (el que falta cuando se elabora este reportaje está de recados) reciben a los visitantes con un café, unas pastas y una sonrisa de oreja a oreja, y mientras posan para el fotógrafo se ponen a cantar a capella de forma espontánea, algo que solo hacen quienes son felices.
Frente al altar de su iglesia, los Verbum Spei cantan el Aleluya. - Foto: ValdivielsoVerbum Spei mantiene una fuerte influencia de la tradición dominica -«lo que es de todos debe ser decidido por todos», recuerda Joaquín que decía el burgalés Santo Domingo de Guzmán- debido a que cuando nació en 2012 en México, lo hizo de la mano del que fue obispo de Saltillo, Raúl Vera López, perteneciente a esa orden, como figura, además, en la página web, aunque los jóvenes se apresuran a decir que la obra es «de un conjunto de religiosos».
Vera López, ya retirado, fue siempre un hombre muy carismático. Cercano a la Teología de la Liberación, su lugar siempre ha estado al lado de los más vulnerables, trabajando contra la tremenda violencia que asola su país, y defendiendo los derechos más básicos de la población. En contra de la postura mayoritaria de la Iglesia, este dominico siempre ha defendido la dignidad de las personas homosexuales y su lugar dentro del catolicismo. Este grupo de muchachos se considera, además, deudores del legado de San Rafael Arnaiz, el ascético y místico monje trapense burgalés del siglo XX, que fue canonizado por Benedicto XVI, lo que les hace presumir de raíces burgalesas por partida doble.
Nuestra vida tiene elementos de una orden contemplativa pero también hacemos las cosas de forma apostólica y misionera»Domingo Fernández-Martos, estudiante de Teología
Estos principios y un modo de estar en el mundo que incorpora elementos de la vida contemplativa como las horas de silencio o la lectura en común, pero también una forma de hacer las cosas «apostólica y misionera», según explica el cordobés Domingo Fernández-Martos, de nombre civil, Jaime, se traducen en una estrecha relación con el barrio en el que se han instalado hasta el punto de que ya han participado en sus fiestas y actividades deportivas y han colaborado con la parroquia San Juan de Ortega. Están, podría decirse, con un pie en el mundo y con el otro en la comunidad y en la oración.
Se sienten encantados con la recepción que han tenido por parte de la diócesis y de sus vecinos. «Nos han recibido muy calurosamente y nos han ayudado muchísimo», afirma Pablo José Prado, de 32 años y natural de Sancti Spíritus, en el centro de la isla de Cuba. Cómo habrá sido la cosa para que un cubano diga que unos de Burgos le han recibido «muy calurosamente».
Nos mueve la vida de Jesús y su compromiso con los demás»Pablo José Prado, estudiante de Teología
En la casa de formación se madruga mucho. Se rezan laúdes, se leen e interpretan textos, se hacen trabajos manuales (uno de los hermanos fabrica sidra y otros licores, pero no para vender, aclaran, sino para regalar a amigos y vecinos), se cogen las bicicletas para estar en la Facultad de Teología a su hora, se come mientras se escucha una lectura... y también se van poniendo las bases para convertirse en un futuro en una orden: «El Evangelio nos mueve, la vida de Jesús y su compromiso con los demás y la oración es lo que nos mueve», indica Prado. Y mientras tanto, su casa está abierta y todos los domingos a las seis y media de la tarde dan misa, una celebración a la que les gusta definir como «abierta a todo el mundo».