En el Berjón Club de Fútbol todos juegan a lo que quiere un muchacho llamado Saúl. El guaje, que ya peina alguna cana, cabalga sobrado por la banda izquierda de El Plantío como si los veteranos fuesen los laterales a los que rompe. La segunda juventud, dicen quienes no lo conocen: como si alguna vez hubiese sido viejo.
Físicamente, admite estar como nunca. Y eso adquiere un valor doble en un futbolista que se pasó medio año lesionado en el Tartiere –participó en 24 partidos, 17 como titular– y, aún así, fue el segundo máximo asistente de Segunda el curso pasado.
Porque más allá de su estado físico, el mago de Oviedo guarda siempre algún truco en la chistera. Volvió a pasar, como en Soria, ante el Lealtad. No es la primera vez, ni será la última, que un servicio con sabor a sidra acaba embotellado en la red por uno de sus compañeros. El culín se lo bebió Medina y valió para que el Burgos asegurara la primera plaza del grupo.
A Saúl, que en mayo cumplirá 35 años, le llaman ‘Turu’ por su parecido con el exfutbolista argentino José Óscar ‘Turu’ Flores. El apodo es archiconocido en Asturias y en el fútbol patrio pero no fue hasta ayer cuando se coló entre las butacas del feudo burgalesista. Porque a Saúl le cambiaron después del espectáculo y, como se marchó bordeando el campo, el estadio entero, agradecido, se puso en pie para ovacionarlo. “Turu, Turu, Turu...”. Precioso.
Asusta decirlo, después de lo mal que lo hemos pasado. Quizá sea el miedo, absurdo, a gafarlo. Pero, qué demonios. El Burgos es líder, con 36 puntazos. Y pase lo que pase, habrá merecido la pena. Porque recordaremos que vimos jugar al ‘Turu’ en aquel Burgos que, los domingos de pandemia, cambiaba de nombre a la varita de un genio asturiano.