Javier Martín ha contado muchas veces que el punto de inflexión en su vida llegó con la Nochebuena de 2011. Daba una fiesta en casa y recuerda, en conversación telefónica, que «empecé a encontrarme extraño. Primero sentí que me moría y, luego, que me había muerto. Y cuando abrí los ojos, era como que había pasado a una realidad paralela: mi casa, mis amigos y la fiesta seguían igual, pero yo notaba que podía comunicarme con animales y plantas, que existía la telepatía...». Él no lo sabía y, al principio, tampoco lo admitiría, pero lo que sucedía entonces era que había desarrollado un trastorno bipolar.
«Es un camino de autoconocimiento y de pasar por muchas fases, pero poco a poco, con ayuda del entorno, de los profesionales, de la medicación y, también, tomando las riendas de tu vida, se puede llevar una vida muy estable», cuenta. De hecho, el actor y archiconocido presentador de 'Caiga Quien Caiga' en los noventa, junto al Gran Wyoming, participa esta tarde (19.30 horas, en Cultural Cordón) en el ciclo de la Fundación Caja de Burgos dedicado a la salud mental para hablar de eso, de si es posible compatibilizar un diagnóstico como el suyo con un día a día convencional. «Hay mucha gente que piensa que siempre vas a estar trastornado y que, inevitablemente, vas a tener momentos de manía o de depresión. Y no: hace muchos años que no tengo subidones ni depresiones», afirma, insistiendo en que, para ello, es imprescindible la atención profesional, la medicación -pastillas, en su caso-, el apoyo del entorno y, también, el autocuidado. «Consumía drogas y alcohol y eso ha tenido que cambiar: ahora, ninguna», afirma, antes de matizar que también ha incorporado el ejercicio a su día a día y una actitud distinta para consigo: «Hay que quererse, cuidarse, hablarse bien, mimarse un poco y tratar de ser optimista».
Martín asegura que «he aprendido de todo lo que me ha pasado: tanto de la manía como de la depresión». Y, así, comparte trances como que en una de esas fases 'de bajón' de la bipolaridad cayó de tal forma que llegó a creer que «mi única salida era quitarme la vida». Fue capaz de verbalizar su desesperación con algunos allegados y no solo salió de ello, sino que le sirvió para dar un nuevo sentido a su existencia. Primero porque, después de aquello, todo lo que ha vivido «son regalos» y, sobre todo, porque «pienso en las personas que están en ese momento, que han perdido toda esperanza y les digo se puede salir de ello. Que, aunque no lo parece, sí hay luz».
Estas ganas de «ayudar» motivaron que escribiera Bipolar y a mucha honra, publicado en 2022, o que ahora recorra España hablando sobre la salud mental. «Hay mucho desconocimiento y miedo. Pero soy optimista: hace diez años no se hablaba nada del tema», cuenta, recalcando que el talón de Aquiles es, a su juicio, económico: «Falta inversión en la sanidad pública y que la atención psicológica sea accesible para todos; hay cantidad de gente en una situación terrible y que no se puede permitir pagar una terapia. Eso no puede ser», concluye.
Número de teléfono de prevención de la conducta suicida: 024