Sotillo de la Ribera vivió ayer su primer día de confinamiento después de alcanzar prácticamente el medio centenar de positivos por coronavirus en una población de algo más de 400 habitantes. La primera jornada con las entradas y salidas limitadas en el municipio dejó una imagen muy similar a la de las fechas anteriores, ya que ante el elevado número de casos de la covid-19, la mayoría de lugareños optaron por autoaislarse en sus casas y limitar los contactos sociales, por lo que la escasez de viandantes en las calles y de clientes en los negocios no fue una novedad. La única diferencia con días anteriores fue la presencia de las patrullas de la Guardia Civil y la ausencia de residentes en los pueblos aledaños que hacen su día a día en Sotillo de la Ribera.
La poca gente que se veía en las calles del municipio, a pesar de que dentro del pueblo los vecinos pueden hacer más o menos una vida normal, ir a las tiendas, a los bares, a pasear, a hacer ejercicio...; se encontraba alrededor de los negocios que siguen abiertos. Eso sí, desde la práctica totalidad de los establecimientos acusaban la pérdida de clientes. Esther Cuesta, dueña de la tienda de alimentación de mismo nombre, se quejaba del desplome de las ventas: "Tuve que cerrar una semana porque estuve en contacto con un positivo. Tuve que hacerme la prueba y he dado negativo, por lo que llevo desde el lunes abierta, pero las ventas han caído mucho, llevo todo el verano así, el único mes que he vendido algo ha sido agosto. Fue cuando se notó ese repunte".
Mientras, en el Despacho de Pan y Bollería Hermanos Gaitero cuentan que ellos sí han sufrido un descenso de clientes de un día para otro debido al confinamiento de Sotillo: "Hoy (por ayer) hemos notado un bajón en las ventas, porque nosotros tenemos gente que viene de otros pueblos… Hay muchos clientes de los pueblos de alrededor que nos han llamado para decirnos que no les hagamos el pan esta semana porque no pueden entrar en el pueblo". A su vez, critican la falta de información: "Yo he tenido llamadas de teléfono preguntando si estamos abiertos o cerrados. Se ha creado una incertidumbre en la gente que nos repercute a nosotros".
Tres de los cuatro bares del pueblo han cerrado por una u otra razón. En el único que queda abierto, su gerente, Raquel Montes, afirma que mantienen su clientela y explica que ellos siguen "abiertos por no dejar a los vecinos también sin un bar. Al menos que puedan salir, al menos que los que trabajan en las bodegas de Sotillo puedan venir a almorzar…". En términos generales, en todos los rincones del pueblo coinciden en que el confinamiento llega tarde, cuando muchos de los positivos están a punto de superar la enfermedad y rechazan una medida que hubieran apoyado hace unas semanas.