Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, han coincidido, en su mensaje de felicitación a Donald Trump por volver a La Casa Blanca, en subrayar la importancia de la colaboración entre nuestro país y Estados Unidos y en el vínculo trasatlántico, en línea con los mensajes lanzados por la presidenta de la Comisión Europea y el secretario general de la OTAN.
El triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses deja importantes lecciones para ambos partidos, además de provocar una eufórica reacción de los partidos de ultraderecha en toda Europa y por supuesto de Vox. El futuro presidente de EE. UU. ha ganado tras una campaña en la que han primado los bulos, la desinformación y propuestas que llegan a las clases populares que sufren la inflación, que ven limitadas sus posibilidades de progresar, que tienen difícil el acceso a la vivienda y en quienes se ha fomentado la desafección hacia las instituciones, con la consecuencia de una abstención no prevista que ha afectado más a los demócratas y por el voto de los indignados que han permitido a Trump ganar por primera vez en voto popular.
Las consecuencias de la victoria de Trump para nuestro país y para el conjunto de Europa vendrá de su interés en volver a imponer un marco económico proteccionista que se traducirá en la imposición de aranceles a productos europeos, y a una mayor presión para que Europea se pague su defensa, una senda que ya inició en su anterior mandato. La insistencia del Gobierno español en la necesidad de que Europea acometa un fortalecimiento estratégico en ambas materias en sintonía con las preocupaciones de Francia y Alemania, se hace cada vez más evidente. Pero eso tiene un coste que puede ir en contra de otras posiciones políticas del Ejecutivo en relación con el gasto.
Con Trump de vuelta al Despacho Oval, el PSOE y la izquierda por un lado, y el PP, por otro, han recibido un jarro de agua fría. La candidata demócrata, Kamala Harris, ha perdido las elecciones porque su partido no ha conectado con las clases populares y trabajadoras. La buena situación macroeconómica no se ha trasladado hacia abajo y lo mismo ocurre en nuestro país. Tampoco han sabido contrarrestar el mensaje antiinmigración y contra el sector público de la campaña republicana. A la izquierda española solo le queda esperar al desarrollo del programa de Trump para comprobar las consecuencias sobre la gente y que pueda servir de antídoto contra la ultraderecha.
La alegría de los dirigentes de Vox con el triunfo de Trump contrasta con la prudencia de los dirigentes populares tras la demostración de cómo la ultraderecha se ha comido a un partido republicano al que Trump ya ni siquiera nombra, sustituyéndolo por su movimiento 'Make America Great Again', Hacer América Grande de Nuevo, quintaesencia del populismo nacionalista. El PP que en ocasiones ha adoptado la agenda de la ultraderecha, tendrá que definir cuál quiere que sea su futuro y los mensajes en los que basará su labor de oposición. Las señas de identidad del PP son las de un partido liberal conservador y europeísta, y de ahí que hayan advertido de las consecuencias negativas que puede tener para la UE el nuevo mandato de Trump. No es poco. La victoria de Trump puede ser un peligro para la democracia y su aislacionismo un riesgo geopolítico de dimensiones incalculables.