Este viernes, el Gobierno de coalición del PP y Vox aprobará inicialmente su primer Presupuesto de la legislatura. Unas cuentas que el bipartito ha querido definir de «realistas y esperanzadoras», la oposición de «tramposas y faltas de ambición» pero que, más allá de la retórica interesada de unos y otros, dejan abierto aún cuál será el devenir de este mandato.

Lo primero que revelan las cuentas es el escaso margen de maniobra que ha tenido el equipo de Gobierno para elaborarlas (se arrastran muchas inversiones del pasado y el balance de ingresos y gastos no da para muchos alardes) y lo que se intuye tras estos primeros siete meses de mandato es que la alcaldesa, Cristina Ayala, ha hecho recaer todo el peso del equipo de Gobierno en el área de Urbanismo.

Por el momento, siguen esperándose soluciones a problemas endémicos que no pudieron ser solventados por sus predecesores como son el Mercado Norte, el Pueblo Antiguo, la difícil situación financiera de los dos consorcios o los problemas de aparcamiento en Gamonal.

Y luego, lo que se echa en falta es una mirada con las luces largas y una estrategia de ciudad para que el Ayuntamiento de Burgos no se entretenga únicamente en la gestión ordinaria (por otra parte, manifiestamente mejorable) y empiece a trabajar en objetivos ambiciosos que realmente sean transformadores de la ciudad. También hay que trabajar por las decisiones que trascienden de las competencias de una entidad local.

Se hace preciso, para ello, abrir bien los ojos y escuchar al tejido económico, social y cultural de la ciudad, ya que son los que pueden dar con las claves. Salvar el día a día no es la mejor estrategia, ya que la ciudad no se va a transformar por urbanizar una calle o rehabilitar un polideportivo.