El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tenía una asignatura pendiente y la ha aprobado en tercera convocatoria, puede decirse que con nota. Tras el fiasco del paseíllo en Bruselas y otro brevísimo encuentro en una reunión del G-20 con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que provocaron una sensación de ridículo, el encuentro de una hora entre ambos mandatarios en La Moncloa y la firma de un comunicado conjunto con un amplio número de asuntos, servirá para que se pase página sobre cómo se desarrollaba la relación entre ambos países, que era una cuestión más de forma que de fondo, porque ni en los peores momentos, con Rodríguez Zapatero en el gobierno, se dejó de hacer negocios o de colaborar en materia de defensa.
España también ha aprobado con nota los resultados de la cumbre de la OTAN en Madrid por cuanto el nuevo Concepto Estratégico recoge las pretensiones del Ejecutivo para que se hiciera mención expresa a la protección de la integridad territorial y la soberanía nacional de todos los países integrantes de la Alianza Atlántica. ¿Quiere esto decir que Ceuta y Melilla están ya bajo protección de la Alianza Atlántica? Hay quien defiende que ya lo estaban antes, y otros que ni antes ni ahora. Depende de las bazas que se quieran dar a Sánchez. Un silogismo quizá pueda ayudar a entender la situación: si Ceuta y Melilla forman parte de la integridad territorial de España, y si la OTAN ha acordado que actuará con "fuerza y determinación" para preservar la soberanía y "cada pulgada de la integridad territorial de todos los aliados", la conclusión es que las dos ciudades autónomas serían defendidas por la Alianza Atlántica si sufriera algún ataque en las múltiples variedades de las guerras modernas. Para devaluar el acuerdo, a veces se cita el artículo 6 del Tratado fundacional de la OTAN en el que se establecen los territorios a proteger, que no incluiría a las ciudades españolas en África. Una salvedad: ese documento fue firmado en 1949 y, en aquella época, España ni estaba ni se la esperaba en el concierto internacional por la dictadura franquista, la adhesión de España a la OTAN se produjo en 1982 y la incorporación a la estructura militar integrada en 1999.
De vuelta al encuentro entre Biden y Sánchez, el mandatario estadounidense calificó a España como un "aliado indispensable", y se dirigió a "Pedro" en un tono que al jefe del Ejecutivo español le debió saber a bálsamo de Fierabrás. Sin duda el convenio bilateral va en la línea que le interesa a Estados Unidos, la colaboración en materia migratoria en América Latina -EEUU está interesada en el proyecto de 'inmigración circular' que aplica nuestro país- y sobre todo en el aumento de dos destructores más en la base de Rota, que forman parte del escudo antimisiles de la OTAN. El nuevo despliegue, que deberá ser aprobado en el Congreso, contará con el apoyo del PP para suplir las reticencias de los socios parlamentarios del Gobierno. Porque no hay duda sobre su posición atlantista, y porque cuando Feijóo llegue a La Moncloa también buscará "la foto" con quien ocupe la Casa Blanca, para su consagración en el ámbito internacional.
Lo que no parece haber preocupado en absoluto al presidente.