Un tesoro en la ladera del Castillo

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Se han identificado y reconstruido cerámicas altomedievales así como otras del siglo XVI. También se han reconocido monedas de los siglos XV y XIX, así como balas de la Guerra de la Independencia

Las arqueólogas burgalesas Fabiola Monzón y Gloria Martínez, con algunas de las piezas encontradas en los silos medievales. - Foto: Patricia

Las arqueólogas Fabiola Monzón y Gloria Martínez no necesitaban hacer prospección alguna para tener la certeza de que las laderas del cerro del Castillo son un yacimiento arqueológico de primera magnitud. Pero su reciente intervención en el entorno de la iglesia de San Esteban con motivo de la proyección de unos contenedores subterráneos se lo ha vuelto a confirmar. Los silos de origen medieval que aparecieron durante la ejecución de estas obras municipales atesoraban en su interior otros vestigios también medievales, especialmente cerámicos, pero igualmente se han encontrado monedas acuñadas en el siglo XV. Asimismo, se han identificado piezas de épocas posteriores -especialmente del siglo XVI-, así como balas de la Guerra de la Independencia y monedas del siglo XIX, como una de ocho maravedíes de Fernando VII.

«En apenas 50 metros cuadrados descubiertos se han constatado diferentes fases constructivas», explican Monzón y Martínez. La más antigua está relacionada con el conjunto de silos, esos depósitos subterráneos destinados a almacenar y conservar excedentes agrícolas. Son de origen altomedieval, posiblemente del siglo IX. «Sabemos de la presencia de población en Burgos al menos desde la segunda mitad del siglo IX, si no antes, y de la existencia del barrio de San Esteban como mínimo a partir del siglo XI», señalan. El material arrojado en su interior, vinculado con la fase de abandono y cubrición tras perder su función primigenia «se encuadra en torno al siglo XIII, fecha que viene a confirmar que sus espacios cultivables fueron mermando poco a poco a partir de la segunda mitad del siglo XII y primera mitad del siglo XIII como secuela de un crecimiento poblacional que demandaba nuevos solares y que también trajo como consecuencia el emprendimiento de una nueva iglesia de fábricas góticas». 

También en fechas similares sitúa las arqueólogas el abandono de una pequeña instalación artesanal de función desconocida y de la que ha pervivido un espacio de 4 metros cuadrados provisto de una pileta creada con material de yeso. «El relleno contenido en ella ha aportado algunos fragmentos de cerámica común similares a los hallados en los silos convertidos en basureros, aunque la secuencia estratigráfica revela que al menos algunos fueron cegados con anterioridad a la construcción de este recinto. Hay que recordar que no todos los hoyos tienen que ser de un mismo momento, de ahí que puedan solaparse unos con otros. 

En la excavación aparecieron numerosos restos de cerámicas de entre los siglos XIII al XVI.En la excavación aparecieron numerosos restos de cerámicas de entre los siglos XIII al XVI. - Foto: Patricia

En apenas 50 metros2 se han constatado distintas fases constructivas»

Otra zona constructiva se asocia con la creación de un cuarto subterráneo de gran profundidad y con desarrollo hacia el este que, por el abundante material recogido en el relleno de su interior, apunta a que data del siglo XVI. «Con posterioridad, estos muros sirvieron de cimiento para una nueva construcción replanteada con una pequeña variación de trayectoria; construcción a la que se adosó una pavimentación de canto de río cuyas características recuerdan a una calle». No en vano, recuerdan Monzón y Martínez, este barrio contó con numerosas calles cuyos nombres han quedado reflejados en expedientes de archivo. «Una de ellas fue localizada en el año 1996 con trayectoria norte-sur y que aún es visible al día de hoy. Sólo una ampliación del área de excavación permitiría confirmar esta hipótesis. Lo que sí podemos aseverar es que tuvo un mayor desarrollo y que tiempo después formó parte de un recinto cerrado mediante la construcción de un nuevo muro». 

Para las arqueólogas, el tamaño de los silos y el porte de las construcciones halladas «claramente nos remiten a los siglos medievales» y recuerdan que varios autores indican que en 1366 aún permanecía en pie el denominado Corral de los Abades, perteneciente al cabildo de la iglesia y donde se guardaban los diezmos. «Se posicionaba frente a la puerta del templo y en el siglo XV sirvió de marco para la celebración de festejos. A finales del siglo XVI algunas de las casas se transformaron en el convento de Nuestra Señora de la Concepción. En muy posible que nos encontremos ante dichos restos», apuntan. 

Varios de los restos encontrados (vasijas, jarrones) se han podido reconstruir y serán enviados al Museo de Burgos con el resto de piezas encontradas «que son una muestra más de todo lo que tenemos en el cerro del Castillo; cada vez que se interviene se descubren elementos nuevos. Y aquí se ve una evolución de Burgos desde la época medieval. Todo este entorno es un filón. Bajo este gran parque hay todo un yacimiento arqueológico, porque es el origen de la ciudad», apostillan las arqueólogas.

Puesta en valor. Tal y como avanzó este periódico hace dos meses, el Ayuntamiento pondrá en valor el yacimiento encontrado frente a la iglesia de San Esteban y lo incluirá dentro de la visita al Castillo una vez se haya desarrollado el plan que está rehabilitando la fortaleza. Los silos serán protegidos con una estructura de madera y la intención del Consistorio es acondicionar el entorno con un jardín. Asimismo, habrá paneles explicativos sobre los hallazgos y no se descarta completar la actuación con un proyecto de realidad aumentada, tal y como manifestaron en su momento los responsables municipales porque la intención del actual equipo de Gobierno es potenciar el entorno del Castillo con diferentes actuaciones.

Respecto a los contenedores, se dieron por descartados los soterrados y se colocarán en superficie unos metros más adelante en la misma calle de San Esteban. Los que se iban a ubicar en este emplazamiento se llevarán a otro lugar de la ciudad.

Un barrio antiguo. Como recogen Monzón y Martínez en su informe, la historia del barrio de San Esteban «se sumerge en los albores de la Edad Media y se encuadra dentro de un conjunto de barrios de tipo rural asentados en la ladera del Cerro del Castillo. Se trata de un destacado barrio posicionado a extramuros de lo que fue la villa altomedieval por debajo de la primitiva ciudadela y separado de ella al igual que otros tres barrios: San Lorenzo, San Martín y San Pedro o Barrio Eras. Estos cuatro pequeños asentamientos agrarios, presididos por sus respectivas iglesias, quedaban segregados de la villa, distanciados unos de otros, y rodeados de viñas y huertas».

Bajo este gran parque hay todo un yacimiento arqueológico; es el origen de la ciudad»

Apuntan que ya en el siglo XII el barrio cuenta con un importante terrazgo vinícola capaz de provocar un claro desplazamiento de la población hacia este sector. «Aún presenta rasgos de una organización espacial de hábitat relativamente abierto. Su condición de núcleo campesino y de carácter agrario parece quedar avalado por las numerosas estructuras localizadas en este barrio». Se refieren, claro, a los hoyos excavados en el terreno y que alcanzan el sustrato natural. «Generalmente de forma de tendencia globular, periforme o cilíndrica, estas construcciones tradicionalmente se asocian con un sistema de almacenamiento basado en silos y en relación con sociedades agrícolas encuadradas en la Alta Edad Media. Éstos, tras quedar en desuso son posteriormente colmatados con materiales de deshecho». 

En el período comprendido entre 1150 y 1250 San Esteban presenta un importante crecimiento espacial, ocupando algunos vacíos interiores y ampliando su perímetro. La documentación generada entre los años 1172 y 1215 hace alusión a 15 casas, todas ellas lindantes con otros edificios y calles, lo que implica un cierto grado de compactación urbana y densificación de la población. También hay testimonios de espacios vacíos y corrales que se ofertan con derecho a edificar. Este crecimiento, afirman, «dio lugar a que en la segunda mitad del siglo XIII se iniciaran las obras de una nueva iglesia siguiendo las trazas góticas, obras que perduraron hasta el ecuador de la siguiente centuria».