Con calles y plazas a rebosar de gente de principio a fin. Así transcurrió la Noche Blanca en Aranda de Duero, una jornada cargada de luz, color y música, mucha música, y en la que los grandes protagonistas fueron los artistas locales, que brillaron con luz propia.
En el Balcón de San Juan, Antonio y Ángela dejaron a más de uno con la boca abierta con sus acrobacias aéreas. Al inicio de su espectáculo, titulado El arte de volar y que ayer estrenaron en la capital ribereña, pidieron al público que diera rienda suelta a su imaginación. Con una sincronización perfecta, fueron combinando danza, gimnasia y acrobacias realizadas en telas suspendidas desde el techo. Tan pronto ella se colgaba boca abajo, como él se quedaba con una pierna y un brazo en el aire. En las primeras filas y sentados en el suelo, los niños no paraban de gritar "¡ala!" y los mayores se arrancaron en aplausos en varias ocasiones durante su actuación. Sobre todo cuando él giró sobre sí mismo unas cuantas veces a varios metros de altura, para después acurrucarse y tras unos segundos quieto, se dejó caer de golpe... y 'aterrizó' a muy pocos centímetros del suelo. "¡Vaya crack!", se escuchaba entre un público que acabó maravillado al ver a ambos compartir telas y un sinfín de piruetas inalcanzables para el común de los mortales.
A escasos metros, en la plaza de San Juan, la compañía teatral Alas Arriba, procedente de la localidad ribereña de Guzmán, interpretó Juana, en la que mezclaron teatro, danza y música. "Yo soy Juana I de Castilla, esa a la que llamaron 'La Loca'…". Así comenzó la historia de esta soberana cuya memoria sigue tan presente en muchos pequeños pueblos de Castilla y así se escuchó ayer con motivo de la también denominada Noche de Ronda. De esta manera, en una ronda continua por distintos escenarios, se sucedieron espectáculos de títeres en la plaza del Trigo, de magia en la plaza de la Constitución o de danzas tribales fusionadas con malabares de fuego y acrobacias en la Plaza Mayor.
Mientras, la iglesia de Santa María registró un lleno total para disfrutar de la Banda Municipal Villa de Aranda, otro gran ejemplo de talento local. Y algo similar sucedió con los alumnos arandinos de la escuela de danza y teatro Artedan, que se subieron al escenario de una plaza del Trigo también a rebosar. O con los rockeros de Simulacro en el patio del edificio Las Francesas. Vamos, que hubo repertorio donde elegir y actos cada pocos pasos.
No falla. Como ya es habitual, el Museo Municipal de Cerámica, que celebra su 25 aniversario, concentró un buen número de actividades, sobre todo el viernes. Aunque el chaparrón que cayó obligó a cambiar algunos planes, se inauguró la exposición Como elefante en cacharrería II y la muestra Rakú, a cargo de Félix Sanz. Y, en lugar de en el jardín, el concierto de Tropical Moon Jazz Band se celebró dentro del propio museo. Con la Noche Blanca, Aranda da el pistoletazo a unos intensos meses que se presentan repletos de movimiento.