Los viticultores cruzan los dedos por el estado de los racimos

I.M.L./ Aranda de Duero
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Aquellas parcelas que no han sufrido ni heladas ni granizo avanzan en su desarrollo y ya se ven muchos racimos formados, aunque las uvas aparecen en tamaño guisante. La mayor preocupación: los hongos

Los trabajos a pie de viña se centran ahora en el deshojado y desnietado de las cepas para que la vegetación no reste vigor al crecimiento de los racimos. - Foto: DB

La campaña de lo que será la añada de 2024 en la Ribera del Duero mantiene su línea irregular y los viticultores no se aventuran a dar un análisis general de cómo están evolucionando los futuros racimos. «En lo que no ha tocado el hielo o el granizo» es la frase que todos utilizan para empezar sus respuestas, porque no se olvidan de los centenares de hectáreas que no se van a vendimiar este año. En el resto, los calificativos que más se repiten son desigual e irregular, con la sombra del riesgo de enfermedades por hongos muy presente.

Sobre el terreno, en muchas parcelas están en plena labor de desnietado y deshojado de las cepas «para quitar el exceso de verde que hay porque ha llovido mucho», explica Eduardo Izquierdo, viticultor de Gumiel de Mercado, insistiendo en que hay suficiente reserva de agua en la tierra para completar el desarrollo de los racimos. «En cuanto rascas un poco, ya se ve cómo el terreno está tierno, húmedo», constata Izquierdo. 

El estado de desarrollo de los racimos es donde se ve mayor disparidad. «Hay racimos que están acabando la floración y otros que ya están tamaño guisante, hasta dentro de una misma cepa hay bastante variación de desarrollo», explica Fernando Ortiz, de Territorio Luthier y con viñedos en Aranda, para constatar la desigualdad en las plantaciones. «Yo lo tengo todo en tamaño guisante ya pero con menos cosecha que años atrás porque me pilló la primera helada, aunque después recuperó bastante bien pero de manera irregular en el cuajado», resume María Burgos, que tiene sus viñedos a más de 900 metros de altitud.

El aumento de precipitaciones en el mes de junio y unas temperaturas suaves están provocando que la viña no avance tan rápido como cabría desear. Según los datos del Servicio Técnico del Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero, la fecha media para que todo el viñedo estuviese en el estado fenológico denominado guisante es el 2 de julio a tenor de su histórico. La irregularidad que se aprecia a día de hoy sobre el terreno hace estimar que lleva un retraso en el proceso de desarrollo y maduración de una semana. «Hay viñas que están con uva en tamaño guisante pero las afectadas por la helada van más atrasadas porque brotaron más tarde y son menos productivos», remarca José Manuel Pérez Ovejas, de Dominio de Calogía.

Más allá de los trabajos de eliminación de hojas en las cepas, los viticultores también están pendientes de cuándo pueden entrar al viñedo para tratar las plantas frente a los hongos. «Ahora está sana pero con los indicaciones de enfermedades a tope, estamos en riesgo de oidio impresionante», constata María Burgos, que puntualiza que «con unas temperaturas que no suben de 29 ºC el hongo no se muere, hace falta que suban, y si entras a tratar y llueve al día siguiente, como que no has hecho nada».