La economía de Miranda se ha sustentado durante décadas en el sector industrial. Sin embargo, los pequeños negocios y los trabajadores por cuenta propia se han alzado como el complemento perfecto para dar un impulso a la ciudad. Con el paso de los años, el desarrollo de las grandes empresas, tras una notable caída por la crisis de 2008, ha logrado recuperarse, pero no ha ocurrido lo mismo con los autónomos. De hecho, en cada ejercicio el municipio del norte de Burgos sufre una sangría de este perfil laboral y el motivo, desde el punto de vista de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), está marcado en buena medida por la falta de relevo generacional.
Según los datos recabados por esta organización, al menos durante el último lustro se ha dado una caída sin frenos en el número de trabajadores por cuenta propia en Miranda. Allá por mayo de 2019 había más de 1.880 personas afiliadas al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos y con cada ejercicio la cifra ha disminuido, hasta situarse en los 1.747 individuos durante ese mismo mes del presente curso. Conforme a la explicación de la presidenta de ATA en Castilla y León, Leticia Mingueza, la llegada del periodo estival ha servido para que haya un repunte generalizado en toda la comunidad, pero ese leve incremento no logra contrarrestar la pérdida anual que han contabilizado.
El perfil del trabajador autónomo en la región, y en Miranda, según dice Mingueza, se resume en varones españoles de mediana edad que no tienen asalariados y cuentan con «negocios maduros». Es decir, sobre todo hay personas pertenecientes a la generación del baby boom e individuos todavía más mayores. Con lo cual, detecta que existe un problema porque en el futuro habrá un menor relevo todavía, ya que «los jóvenes cada vez emprenden menos». La razón para que se haya dado una variación en el paradigma, desde su punto de vista, reside en que se nota «un cambio de mentalidad».
Ante esta realidad, desde ATA consideran que debe impulsarse ya en los niveles educativos más tempranos una nueva «cultura» para «fomentar el emprendimiento de los jóvenes». Hasta ahora, Mingueza considera que levantar un negocio de la nada «se pinta a veces como una locura» y «por ese mantra muchos ni lo intentarán». Es por eso que remarca la necesidad de impartir «charlas en los colegios», de ampliar la formación «transversal» en el campo de la administración de las pequeñas firmas y de potenciar el contacto con «empresarios para que expliquen su experiencia y se tenga un ejemplo o modelo para fijarse».
Unido a ello, la presidenta de ATA añade que el sector se enfrenta a «muchas trabas» y resulta imprescindible «simplificar los procedimientos». Mingueza explica que cuestiones como las meras licencias de apertura «tardan mucho tiempo» en concederse, ante lo que ha de trabajarse desde la administración para «facilitar al máximo» la creación de pequeños negocios.
Y no solo eso. Para la Asociación de Trabajadores Autónomos, el sector público también debe completar ese esfuerzo con otras ayudas, no solo económicas. La presidenta regional del colectivo apunta que «se necesita asesoramiento y que haya lugares en las administraciones para poder informarse sobre cuestiones técnicas», por ejemplo.
Mingueza recalca que la importancia de este sector es fundamental en términos generales, pero más aún en aquellas localidades que, como Miranda, no destacan por su tamaño ni demografía. En este sentido, la presidenta de ATA sentencia que «el autónomo es el motor de la economía», puesto que en el caso de que «se cierren determinados negocios, los municipios pequeños mueren, se quedan sin vida».
María Jesús Acevedo | Moda Gala
«La ciudad está un poco muerta. Ahora son todo negocios cerrados que no remontan»
Una buena parte de los autónomos de Miranda tienen sus propios comercios repartidos por la ciudad. Algunos acumulan décadas trabajando para mantener a flote sus pequeñas empresas y, por tanto, han conocido todas las etapas económicas que se han dado en el municipio. Así ocurre con María Jesús Acevedo, quien tras casi 40 años al frente de Moda Gala está a punto de bajar la persiana y jubilarse, sin un relevo en el horizonte.
Desde su punto de vista, Miranda «está un poco muerta» y las épocas doradas de las pequeñas empresas han quedado atrás. De hecho, cree que basta con pasear por las calles para ver que «ahora son todo negocios cerrados que no remontan». Antaño los autónomos que lograban 'dar con la tecla' «vivían bastante bien, aunque se trabajaba mucho», pero la clave estaba en que se tenía «una cartera de clientes fija», según describe Acevedo.
Hoy en día eso ya no existe, entre otras cosas, por el auge de internet. Sin embargo, esta autónoma con décadas de experiencia cree que, realmente, puede tratarse de una ventana de oportunidades. Y es que a su modo de ver «el mundo ha cambiado», por lo que «el concepto de los negocios tiene que ser otro» y «todavía hay gente con ganas de emprender, aunque no sea fácil».