Mientras la retirada de una bateadora que lleva 12 años atascando el túnel de Somosierra ocupa la atención mediática y preelectoral del momento, el diseño de lo que será el futuro logístico de la Península Ibérica -en su vital conexión con el resto de Europa- sepulta las aspiraciones legítimas reivindicadas por Burgos como centro geográfico y cruce de caminos. La provincia y su capital parece que han dejado de ser un enclave estratégico del norte, desaparecen de los mapas de los grandes corredores de mercancías, no captan ni optan a las grandes inversiones en infraestructuras ferroviarias y viarias que alientan los fondos europeos y se abocan, si no se hace nada en contra, a perder grandes inversiones industriales en el futuro.
El problema -que también- no es que el Tren Directo que nos une con Madrid no tenga visos de ser una realidad como corredor de mercancías, el problema es que se están potenciando todas las alternativas posibles para que no lo sea nunca. En la Comunidad Autónoma, Valladolid ya está ejecutando una inversión de 30 millones para la construcción de la estación intermodal, el corazón del calificado por su alcalde socialista, Óscar Puente, como el «nodo logístico más importante del noroeste del país». Las obras están en marcha desde mediados de septiembre y, según el calendario previsto, culminarán a principios de 2024.
Casi a la misma distancia que a Valladolid, pero al este, en Vitoria, se construye otra plataforma logística intermodal competidora de Villafría. Se ubica en la zona industrial de Jundiz y además de poder atender a trenes de 750 metros de longitud, será la primera terminal española conectada en ancho estándar al Corredor Atlántico. El Adif ha licitado dos contratos por un importe global de 38,5 millones de euros.
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