Como aquellos tesoros que se deben conservar con cariño para que nunca se pierdan, los bares de los pueblos suponen uno de los motores básicos del día a día allí donde residen menos habitantes y cada vez parece que existe una mayor concienciación sobre su importancia. Al igual que el lince ibérico, en peligro de extinción, hay que proteger estos negocios. Más allá de convertirse en un espacio para tomar el café o unas cañas, sirven como centro de reunión para los vecinos y cumplen una función social. Mucho saben de esto en Villahizán de Treviño, con 72 empadronados, y en Revilla del Campo, con 102, que han tenido sus tabernas un tiempo cerradas y por fin han reabierto para alegría de todos.
Desde Teruel Existe se llevó al Congreso de los Diputados que bares y tiendas enmarcados en municipios de menos de 200 habitantes queden protegidos con el objetivo de garantizar su continuidad como entidades enmarcadas en la economía social. Para ello se proponía reconocer por ley ayudas e incentivos fiscales para esos establecimientos que prestan servicio durante todo el año. El diputado Tomás Guitarte aseguraba que «puede parecer secundario o tema menor, pero afecta a la vida diaria de muchísimas personas» y resaltaba la importante labor que realizan a diario. Por parte de los pueblos no se pueden dar más facilidades, ya que si se mira el caso de Revilla solo se pagan 75 euros al mes y en Villahizán, 150 euros.
«Aquí vienes a socializar, hablas con unos y con otros y te enteras de todo, se trata de juntarte con los vecinos», comentan Amelia y Toñi desde La Campilla de Villahizán de Treviño, en la comarca Odra-Pisuerga. Se muestran encantadas de contar con un servicio así y confían en no perderlo nunca. Estuvieron medio año sin bar y en ese momento «se sentía un gran vacío», explican, algo que ha cambiado con la llegada de Isidro Avendaño y Deyanira Méndez. Él era del pueblo y ella procedía de República Dominicana, pero el negocio ha permitido a la pareja dejar Burgos para vivir en esta pedanía de Villadiego.
Pablo Fernández, dueño del bar de Revilla: «Cogí el local al ver que se le podía sacar más partido. Las ayudas deben ser para hacer actividades». - Foto: PatriciaNi se planteaba Deyanira cuando visitó el pueblo por primera vez quedarse allí a residir. «Aquí ahora soy feliz, me encanta esto y me gusta mucho la gente», asegura. Anteriormente había trabajado como trabajadora social y en su país fue camarera. También Isidro cuenta con experiencia en hostelería.
«Esto es como un gran centro social y aquí viene gente todos los días a tomar algo de otros pueblos, desde Villanueva de Odra, Villasidro o Villadiego», comentan Deyanira e Isidro, que reconocen que de lunes a viernes están los «fijos» y al llegar el fin de semana se produce un mayor movimiento. «Esperamos que ahora en junio, que ya acaba el colegio y la universidad, haya por aquí mucha más gente», afirman, confiados en que el hecho de que incremente la población con las vacaciones también permita un repunte de la clientela.
Los puentes y los meses de verano se convierten en el momento perfecto para conseguir una buena caja en estos negocios, ya que la mayoría de pueblos se llenan con las vacaciones y, especialmente, con el buen tiempo. Durante el resto del año se buscan miles de ideas para incentivar el consumo y muestra de ello son los sorteos de jamones, las fiestas de disfraces o las competiciones de futbolín que han organizado en Villahizán. «Te tienes que reinventar o no consigues nada», afirman, y de ahí que también elaboren rabas o mejillones para acompañar el vermú.
La cantina de Revilla del Campo ha reabierto con nuevo gestor y ahora se puede disfrutar de una gran variedad de pinchos y almuerzos. - Foto: PatriciaA Revilla del Campo, municipio enmarcado en el Alfoz de Burgos y a media hora de la capital, ha llegado hace un mes un nuevo gestor. Pablo Fernández, con una amplia experiencia en la hostelería tras años con negocio en la capital, estuvo trabajando en el pueblo durante la Navidad y comprobó las grandes posibilidades que tenía el establecimiento. «Vi que se le podía sacar más partido y ahora estamos dando comidas para obreros y a eso se suma que el vermú del sábado y del domingo está a tope», comenta. Se lanzó a la aventura y se ha quedado a vivir allí. Hace pinchos, brochetas a la plancha, bravas, rabas, almuerzos con huevos y morcilla... una amplia variedad para que el «boca a boca» anime a ir cada vez a más personas.
«Desde que he abierto está funcionando espectacular y en verano me han dicho que esto se llena», dice Fernández, que reconoce que después de que la cantina haya estado dos meses cerrada su llegada ha supuesto una verdadera alegría para los vecinos. «Aquí se reúne la gente, vienen muchas personas de Vitoria y Bilbao, y de cara a estos meses tendré que contratar a una persona», afirma. Ana Berta Cuñado, vecina del pueblo, explica que se trata del «lugar típico de hermanamiento» y donde mejor se está.
Más ayudas. Desde los propios ayuntamientos no se pueden dar más facilidades, ya que el principal interés pasa por mantener abiertos sus bares y lo que se cobra suele ser algo simbólico. Aunque siempre hay excepciones y en algunos sitios no faltan 'peleas' para coger estos negocios. Sin embargo, existen diversas propuestas para que estos establecimientos tengan aún más futuro y animen a nuevos propietarios a instalarse en el medio rural. Desde el bar de Villahizán, por ejemplo, reclaman más facilidades para los autónomos y para poder contratar sin problemas.
Mientras, desde Revilla del Campo se expone que desde el Gobierno se debe apostar por llevar más cultura al medio rural e incentivar que acuda más la gente. Pablo organizará en los próximos meses tres conciertos o un torneo en la bolera. «Creo que las ayudas se tienen que dar para organizar torneos o citas musicales, porque para pagar un alquiler de 75 euros muy mal se te tiene que dar», desarrolla. Las fiestas patronales suelen convertirse en el momento ideal para hacer dinero... pero no se puede depender únicamente de eso.