Xabier Agote, alma mater la factoría Albaola en Guipúzcoa, es una enciclopedia andante de historia marítima y todo lo que rodea el pequeño milagro de construir barcos. Julio Alberto García junto a sus hermanos Jesús y Mari Paz y su esposa, Maribel, forman otro compendio de sabiduría entorno a la etnografía y los oficios antiguos del mundo rural castellano que muestran en el Museo Etnográfico de Montejo deSan Miguel desde 2003. Como dice Julio Alberto, «somos salvadores de un patrimonio cultural olvidado por las administraciones». Agote les califica de «héroes».
Todos se han dejado la piel por sus proyectos culturales de carácter privado. Y es que los héroes se encuentran y navegan juntos, como lo hará el ballenero San Juan, que construyen de manera artesanal en las instalaciones de la Asociación Albaola en Pasaia, a imagen y semejanza del que se hundió en las costas de Terranova en 1565 y fue asegurado como tantas naves vascas en el Consulado del Mar de Burgos, como confirmó la investigadora canadiense Selma Huxley. A las aguas de Terranova volverá en breve en su primera singladura. Y en alguna parte de la embarcación hará su labor una soga de 75 metros de longitud que el próximo 3 de agosto elaborarán en público los artífices del Museo Etnográfico tobalinés con una antigua máquina cordelera. Entre cuatro y seis personas durante unas dos horas harán posible el pequeño milagro que surcará los mares, aunque será una pequeña parte de los 4 ó 5 kilómetros de soga que precisará el San Juan.
Además de ello, en la jornada de exhibición de oficios antiguos también elaborarán una docena de tejas destinadas a servir de lastre al barco ballenero. Se ubicarán en la bodega, donde el peso de las tejas ayudaba a los barcos a mantener la estabilidad. Cuando se desechaban en las costas fueron tantas que acabaron tiñendo de un color rojo característico a la hoy conocida como Red Bay (bahía roja), en un pequeño pueblo pesquero de Labrador en Canadá, que en el siglo XVI fue una importante área ballenera vasca.
Hace varios años, durante una exhibición del oficio de sogero, a Julio Alberto se le ocurrió por primera vez contactar con Xabier Agote, enfrascado desde hace una década en la creación del San Juan y desde hace 40 en el proyecto Albaola. Mantuvieron varias conversaciones pero no hubo manera de hacer coincidir las agendas. Hace unos meses, la familia García viajó a conocer la factoría marítima de Pasaia. Yallí volvieron a coincidir los astros y esta vez si ha sido posible que Agote visite Montejo de San Miguel en la tarde del 3 de agosto para contar su iniciativa.
«El proyecto es espectacular. Un hombre que se dedica a construir un barco de 1565 con los planos y la tecnología antigua es de locura... Nosotros aquí igual, en un pueblo con 17 empadronados queremos recordar la cultura de nuestra infancia, de la que no queda nada y de la que queremos dejar testimonio», relata Julio Alberto García. Habla con emoción y pasión, la misma con la que hace dos décadas comenzó todo en la pequeña localidad tobalinesa.
Este profesor ya jubilado y dedicado en cuerpo y alma al proyecto etnográfico de su pueblo, comenzó muy joven a rescatarlo. Tenía 15 años cuando arregló el juego de bolos con sus hermanos. Primero el alcalde les echó «la bronca». Luego les dio un saco de cemento. Y después vino la senda ecológica y después el horno y la tejera y después los vecinos, orgullosos de su patrimonio, decidieron que sus casas lucieran las más bonitas.
La soga y las tejas de Montejo no será lo único burgalés que viaje en el San Juan, bañado de pez y alquitrán de Quintanar de la Sierra. «Somos muy conscientes de los vínculos históricos que hubo entre la costa vasca y Burgos y tenemos la vocación de conectar esas relaciones insólitas», confiesa Agote. Las colaboraciones entre Albaola y Burgos también se mostraron en la exposición Txalupak y carretas, «una de las muestras temporales del museo que más visitas ha sumado» y que nació de la colaboración con el Museo de la Evolución Humana a través de Juan Luis Arsuaga.
relaciones burgalesas. El San Juan está a punto de zarpar y Agote quiere reactivar «las relaciones con los burgaleses». «Queremos contactar con héroes como los de Quintanar de la Sierra o los de Montejo de San Miguel, que trabajan por poner en valor el patrimonio cultural, etnográfico, antropológico...», avanza. Y es que en Pasaia recuperan el arte de coser velas a mano o la ancorería, la fabricación de anclas forjadas, «algo que no se hace desde hace siglos».
Mientras, en Montejo cada verano se rescata el oficio de la cantería, con un taller donde los alumnos aprenden a tallar la piedra;se disfrutan exhibiciones de antiguos oficios -resinero, carbonero, tejero...- o se restaura lo que Julio Alberto y sus hermanos han podido rescatar de la central hidroeléctrica del Balneario Errasti del vecino Montejo de Cebas. Eso llegará los días 6 y 7 de agosto, donde se producirá el pequeño milagro de salvar lo que queda de unas piezas que hace dos meses iban camino de la chatarrería y que «dieron luz eléctrica al balneario mientras el resto del pueblo se iluminaba con candiles».