La velocidad no es la principal causa de atropellos en la ciudad, pero desde Tráfico y Policía Local consideraron que colocar más radares en algunas calles podrían ayudar a corregir las trágicas cifras de siniestralidad. Más aún tras comprobar que, efectivamente, los vehículos pisan demasiado el acelerador. El anterior equipo de Gobierno municipal dio el visto bueno a la adquisición de una decena de cinemómetros que se colocarían en lugares estratégicos donde se habían detectado las infracciones más flagrantes. La legislatura concluyó sin materializarse la compra y la actual corporación no la tiene entre sus prioridades, pues no ha incluido una sola partida para tal fin.
Fue la anterior concejala de Seguridad Ciudadana, Blanca Carpintero, la que se comprometió en un principio a colocar entre 15 o 20 radares en diferentes puntos de la capital burgalesa. Los elevados precios de los aparatos rebajó las expectativas hasta la decena. La Policía Local, en colaboración con el área de Tráfico, se encargó de analizar los puntos en los que los vehículos corrían más o había mayor riesgo de atropellos. Se propuso colocar cajetines en vías como Valentín Niño, Alcalde Martín Cobos, el Bulevar o calle Vitoria. Sólo faltaba el sí presupuestario. Pero se acabó la legislatura y nunca llegó.
El nuevo equipo de Gobierno tampoco lo considera fundamental, pues en su primer proyecto de cuentas municipal no ha incluido ni un sólo euro. Esto quiere decir que Burgos no contará con los nuevos cinemómetros prometidos. Al menos a corto plazo. Eso deja a la ciudad con seis radares: Santa Bárbara (2), avenida del Arlanzón, Esteban Sáez Alvarado, Camino Casa La Vega y Caja Círculo. Es el municipio de su entorno con menos dispositivos. Salamanca posee 18; Valladolid, 17; Vitoria, 14, y Pamplona, 11. Casualmente la cifra de atropellos mortales en todas estas localidades en los últimos años es muy inferior.
Según la memoria de la Policía Local, el pasado año los seis cajetines de la ciudad detectaron un total de 6.575 vehículos que sobrepasaron los límites de velocidad. Lo más curioso es que es casi seis veces más que la cifra de infractores 'cazados' con el veloláser, el cinemómetro portátil. La diferencia entre ambos es muy clara: en los fijos hay un cartel anunciador unos metros antes y para los vecinos de la ciudad las ubicaciones son sobradamente conocidas.
De hecho, el radar móvil se había convertido en un buen aliado de los agentes del cuerpo municipal, pues ayudaba a controlar las vías que soportan mayor intensidad y registran las velocidades más elevadas. Además, tiene la posibilidad de detectar de manera simultánea los incumplimientos en los carriles de 50 y de 30.