El Centro de Investigación Internacional en Materias Primas Críticas para Tecnologías Industriales (ICCRAM en sus siglas en inglés) se ha convertido desde su puesta en marcha en 2015 en ente tractor de la Universidad de Burgos en la captación de fondos a pesar de la elevada competencia. En este sentido, acaba de conseguir una financiación de 2,5 millones para impulsar 10 proyectos de investigación (tiene otros 9 activos), de los que cinco tendrán financiación europea, tres nacionales y dos regionales.
De este modo, se pone de manifiesto el papel protagonista del centro burgalés a la hora de hacerse un importante hueco en la búsqueda de nuevos materiales y combustibles para reducir la dependencia de China en materias primas y que, además, contribuyan a la sostenibilidad ambiental, social y económica mundial. Ello es posible gracias a un equipo conformado por 35 investigadores distribuidos en tres grupos: Medio Ambiente, Sostenibilidad y Toxicología, bajo la dirección de Rocío Barros; Modelado y Diseño de Materiales por Computación, de la batuta de Santiago Aparicio; y Procesos Electroquímicos y Almacenamiento de Energía, que dirige de Edgar Ventosa. Especial esfuerzo ha supuesto la captación de las ayudas procedentes de la Unión Europea. El primer proyecto Fuels-C ha obtenido 345.000 euros para Burgos. Cuenta con una participación de 11 socios y entre todos han logrado 4 millones. Su objetivo es contribuir a la neutralidad climática mediante la puesta en el mercado dos biocombustibles líquidos y dos gaseosos a partir de desechos orgánicos y CO2 que se puedan utilizar en el transporte terrestre y marítimo y así reducir la dependencia de combustibles fósiles en el seno la UE.
También de reciente concesión es WhyNotDry, 142.600 euros, y que busca mejorar el secado reversible en células y germoplasma para desarrollar un banco de material biológico seco como alternativa a la congelación del nitrógeno líquido (LN). Según explican los investigadores, el nitrógeno líquido, además de ser muy costoso, requiere importantes instalaciones y suministro de energía y, además tiene una huella de carbono muy alta. El trabajo se llevará a cabo involucrando a científicos de la UE, además de pymes y socios internacionales de Japón o Tailandia. «Además, los conocimientos generados en este proyecto serán aplicables a otros campos como la agricultura, las ciencias ambientales, la alimentación y la industria farmacéutica.
Los responsables de los tres grupos de investigación que han captado fondos. - Foto: Alberto RodrigoOtro proyecto, Safari, tiene como objetivo desarrollar nuevos materiales 2D de manera segura y sostenible. Está enfocado en la creación de mezclas híbridas de Mxenos y Grafeno, conocidos por sus propiedades de estabilidad térmica y conductividad eléctrica y que se pretenden utilizar en biosensores, tintas conductoras y protección contra las interferencias electromagnéticas. Está dotado con 3,7 millones para 11 socios (Burgos recibirá 360.438 euros).
Bajo la denominación de Sunrise se desarrollará otra investigación que evaluará el ciclo de vida y las cadenas de valor de los materiales avanzados y sus productos, así como su impacto en la salud, el medio ambiente, la sociedad y la economía. El quinto proyecto europeo es Biocolloid cuyo propósito es impulsar un máster sobre biología de coloides, una disciplina emergente. «Está pensado para la formación de investigadores entre universidades de Países Bajos, Bélgica y Eslovenia y la UBU en el conocimiento de bacterias que reduzcan la contaminación», indicó la directora del Grupo de Medio Ambiente, Sostenibilidad y Toxicología, Rocío Barros.
El director del centro, Alfredo Bol, destaca la importancia de que desde una ciudad como Burgos se pueda realizar investigación al más alto nivel. «Se logra un posicionamiento internacional y atraer investigadores de fuera a la ciudad. Los jóvenes no tienen que irse a centros de Madrid o Barcelona».