A las hermanas Hernando, Bego, Mary y Paloma, siempre les atrajo el deporte. Jugaron desde chiquitinas al baloncesto y a cualquier juego que implicase tener un balón de por medio. Su atracción por el fútbol les llegó casi por casualidad. En su casa se inclinaban más por el boxeo y de tanto ir a ver entrenar a sus hermanos (José Antonio -Hernando II-, que llegó a participar en los Juegos de Los Ángeles) a El Plantío, Mary, como buena defensa, fue la primera en dar el puntapié. Después, en un pase corto, le siguieron Bego (delantera) y Paloma (centrocampista).
«Coincidía que había un equipo de chicas entrenando a fútbol sala en la cancha del polideportivo. Y con 14 años nos apuntamos. Un día, una compañera, Noelia, me dijo que iba a crear un equipo de fútbol hierba en Fuentes Blancas. Vente Mary y probamos. Y así fue», aclara Mary.
Las trillizas elogian sus comienzos hace más de tres décadas. No ganaban un partido, pero se lo pasaban de maravilla en aquel Rayo Burgalés, dirigido por Adolfo Cires. Un salto extravagante. «De un campo cerrado de fútbol sala a uno de hierba. ¡Aquello era... impresionante! Jugábamos en Palencia y nos enfrentábamos a chicas que tenían ya un físico y nosotras no sabíamos ni posicionarnos. No pasábamos casi de medio campo», recuerda Paloma entre risas.
Sin embargo, «fueron los tiempos más bonitos. La ilusión. El esfuerzo. Los desplazamientos... Todo era una fiesta. Nos daban aceite en las piernas durante el descanso para entrar en calor, porque el frío calaba y te paralizaba. Éramos como una familia. Teníamos buenos campos y un gran maestro como Amós Martín», confiesa Bego, que fue quien más tarde colgó las botas.
Paloma fue la primera en reconocer que aquellos entrenamientos de «media hora corriendo por el Castillo con Juanjo Ronda no eran para mí», y a los tres años abandona la hierba y vuelve a retomar el fútbol sala.
Mientras que Mary y Bego siguen en la aventura. El Nuestra Señora de Belén absorbe al Rayo y acapara el fútbol femenino burgalés. «Todo cambió tanto a nivel deportivo, como en mentalidad. Se crearon incluso filiales. Paco González, que a día de hoy sigue ahí apoyando, y Jesús Pardo también apostó muy fuerte por nosotras, y Multiópticas con Juan Campo», afirman.
Mary decide darse un descanso tras una lesión y regresa al fútbol sala cuando el Multiópticas vivía sus mejores años en la máxima división, «volví otra vez, pero ya era más serio. Había mucha competitividad. No lo vivíamos igual. Era otro ambiente», pero Bego continuará hasta cumplir los 29 años. «Teníamos preparador físico, masajista, etc., era todo como semiprofesional. Además, que un equipo de Burgos quedase quinto y sexto de España era todo un logro. Es más, llegamos a jugar una final de la Copa de la Reina y la mayoría de las jugadoras de la selección de Castilla y León eran de nuestro equipo», apunta Bego, que fue integrante del combinado regional varias temporadas, «Nos trababan genial. Numi, el seleccionador, nos exigía un montón, todo era muy profesional. Fui hasta capitana», explica Bego emocionada.
Una lesión de menisco y ligamento en la rodilla derecha, la misma dolencia e intervención que sufrieron las trillizas, además de ser operadas por el mismo doctor, apartará definitivamente a Bego, quien afirma que «a mí me da envidia lo que tienen ahora. Tener categorías inferiores y vivir con la ilusión de llegar al primer equipo. No empezar con 16 años, que realmente es muy tarde».
Que la selección española haya conquistado en 2023 el Mundial supone un gran «empujón» para las chicas. Mary sigue viviendo de cerca la pasión por el fútbol. Primero con su hijo «con quien me tocó jugar mucho» y ahora con su hija Daniela, que milita en el equipo benjamín del Burgos CF, a quien también se suman como fieles animadoras sus tías.
Las hermanas Hernando no quieren concluir sus especiales momentos sin agradecer a «toda la gente que desinteresadamente apoyó al fútbol femenino por este legado que han dejado. A Carol, a Paco,a Juan, a Jesús... y a todas las pioneras que tuvieron tanto mérito», destacan.